lunes, 19 de enero de 2009

Situación del Tratado de Lisboa en enero del 2009


1. Qué es el Tratado de Lisboa:

Tras el fracaso durante el proceso de ratificación del Tratado Constitucional, rechazado mediante referéndum en Francia y Holanda en el año 2005, y durante la presidencia del Consejo de la Unión Europea en el primer semestre de 2007, la Canciller alemana Ángela Merkel intentó paliar la crisis institucional por la que atravesaba la Unión Europea. Para ello promovió la creación de un tratado alternativo, pero basado en su gran mayoría en los contenidos del Tratado Constitucional de 2004. Los contenidos del nuevo tratado coinciden hasta en un 90% con los contenidos de la fallida Constitución.

Después de duras negociaciones, sobre todo con Italia y Polonia, el Tratado de Lisboa se firmó en dicha ciudad, bajo la presidencia portuguesa de turno, el 13 de diciembre de 2007 por los 27 países miembros de la UE, y pasó a modificar los Tratados de la UE y la CE ahora en vigor, aunque sin llegar a sustituirlos, como sí los sustituía el anterior Tratado Constitucional. Ello supone renunciar a la simplificación que aportaba la Carta Magna, que recortaba de 2.800 a 400 páginas el derecho comunitario primario.

El nuevo texto proporcionaría a la Unión el marco jurídico y los instrumentos necesarios para hacer frente a los retos del futuro y dar respuesta a las exigencias de los ciudadanos, entiéndanse por retos del futuro, la imperiosa necesidad de hacer de la UE una institución mucho más eficaz, democrática y transparente a la hora de tomar decisiones tras su ampliación de 15 a 27 estados miembros. Y es que el Tratado de Niza, que entró en vigor en 2003, queda obsoleto con un número tan amplio de países.

2. Contenidos principales del Tratado:

· Crea la figura de un presidente estable de la Unión (en este caso del Consejo Europeo) elegido por un período de dos años y medio, renovable una vez, en lugar de un presidente de turno cada 6 meses. Será elegido por mayoría cualificada entre los miembros del Consejo Europeo. En este caso, a diferencia del Presidente de la Comisión, no será necesaria la aprobación del Parlamento Europeo.

· Crea el nuevo cargo de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, que será al mismo tiempo vicepresidente de la Comisión Europea (combinando así el puesto de Comisario de Relaciones Exteriores y Política Europea de Vecindad- que ostenta en la actualidad la austriaca Benita Ferrero- Waldner y el puesto de Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común- que ostenta el español Javier Solana) y tendrá a sus órdenes un servicio de acción exterior.
(Ambos cargos harían más visible la presencia de la Unión Europea como una única voz a la hora de tratar asuntos de índole internacional)

· Instaura un nuevo sistema para el cálculo de la mayoría cualificada en la toma de decisiones en el Consejo, conocido como la "doble mayoría" (55% de los estados - al menos 15 países- que a su vez representen al 65% de la población de la UE) en lugar del sistema de votos actual (255 de 345 votos que representen al 62% de la población de la UE)
A petición de Polonia el sistema de voto del Tratado de Niza (de 345 votos que representen al 62% de la población de la UE) se mantendrá en vigor hasta el 1 de noviembre del 2014, habiendo un periodo de transición entre 2014 y 2017 en el cual también se podrá invocar el Tratado de Niza cuando a un país le convenga hacerlo. Así mismo a partir de 2014 se podrá apelar al "compromiso de Loannina", que data de 1994, que ayude a retrasar las decisiones desfavorables para ciertos países miembros (normalmente aquellos con menor población)

· Desaparece el veto en 40 ámbitos de acción suplementarios, incluidos el asilo, la inmigración y la cooperación policial y judicial.

· Se mantiene el sistema de toma de decisiones por unanimidad en materias de impuestos, política social, defensa, política exterior y revisión del Tratado.

· El tamaño de la Comisión Europea se reducirá de los 27 actuales a un máximo de dos tercios del número de estados miembros, a partir de 2014. (siendo esta cifra de 18 comisarios en una UE de 27 miembros)

· Aumento extraordinario del poder de co-decisión o co-legislación del Parlamento Europeo.

· Reducción del número de eurodiputados en el Parlamento Europeo. En lugar de los 785 actuales pasaría a haber 750, sin incluir al Presidente del Parlamento.

· La Carta Europea de Derechos Fundamentales, que ocupaba toda la parte II del Tratado Constitucional, no figurará en el nuevo documento, pero éste incluirá una mención que señalará su carácter vinculante. El Reino Unido y Polonia obtienen importantes aclaraciones y restricciones en la aplicación de la Carta a su territorio.

· Mayor papel de los Parlamentos nacionales durante el proceso de co-decisión. Serán los guardianes del principio de subsidiariedad y podrán manifestar su parecer desde la fase inicial de una propuesta, antes de que la estudien a fondo el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros.

· Reconocimiento de la iniciativa popular: un millón de ciudadanos pueden pedir a la Comisión que proponga una medida legislativa.

· La UE tendrá personalidad jurídica única y también se reconoce la primacía del derecho comunitario sobre el nacional (aunque ya no en un artículo del Tratado sino en un protocolo adjunto).

· Se reconoce, por primera vez, la posibilidad de los estados miembros de abandonar la Unión.

· Nuevo mecanismo automático de colaboración reforzada en la cooperación policial y judicial en materia penal.

· Se añade como política prioritaria la lucha contra el cambio climático.

· Se eliminan todas las referencias que puedan asemejar la UE a un Estado: es decir, los símbolos de la UE: la bandera azul estrellada, el Himno de la Alegría de Beethoven y el lema Unidad en la Diversidad.

3. Estado del proceso de ratificación:

Tras la firma del Tratado de Lisboa por los países miembros en diciembre del 2007, se tenía previsto que entrara en vigor, tras su correspondiente ratificación por cada uno de los 27 estados miembros, el 1 de enero del 2009.
Sin embargo, Irlanda, el único país que convocó un referéndum para su ratificación, ya que así lo obliga su Constitución, rechazó el tratado el pasado 12 de junio del 2008. Este rechazo ha provocado una grave crisis institucional y política en la UE, ya que el tratado debe ser ratificado por unanimidad.
Por aquel entonces solamente Rumania, Francia, Alemania, Austria, Eslovenia, Malta, Bélgica, Hungría, Dinamarca y Polonia habían ratificado el Tratado en sus respectivos parlamentos. Todavía faltaban la mencionada Irlanda, Portugal, Gran Bretaña, Italia, España, Chipre, Grecia, Eslovaquia, Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia, Suecia, Holanda y la República Checa.

Sin embargo, a pesar del no en Irlanda, los demás países decidieron seguir adelante con el proceso de ratificación. A excepción de la República Checa, que ostenta la presidencia de turno durante el primer semestre de 2009, y Polonia, que aunque cuyo parlamento sí ratificó el tratado en abril del pasado año, éste aún no ha sido firmado por el presidente Lech Kaczynski. El Parlamento checo prevé ratificar el Tratado de Lisboa el próximo mes de febrero, aunque el presidente de la República, el euro-escéptico Vaclav Klaus, ha advertido que no lo firmará hasta que lo haga Irlanda.

No fue hasta el Consejo Europeo celebrado en diciembre del 2008 cuando se aprobó la realización de una segunda consulta, aunque ésta no tendría lugar hasta después de las elecciones europeas que se celebrarán en junio del 2009.

A fecha de hoy, 13 de enero del 2009, el proceso de ratificación se encuentra bloqueado y se prevé una segunda consulta popular en Irlanda (hay que señalar que Irlanda también ratificó el Tratado de Niza tras una segunda consulta popular en el 2002) antes de noviembre del 2009. Así pues el tratado no entraría en vigor hasta el 1 de enero del 2010, un año más tarde de lo previsto.

Para que esto ocurra la Comisión y el Consejo Europeos han hecho una serie de concesiones para con Irlanda, siendo la más importante la de mantener el número de 27 comisarios, uno por cada país miembro, en lugar de su progresiva reducción a 18 a partir del 2014 tal y como se tenía previsto en el Tratado de Lisboa, siempre y cuando Irlanda vote sí esta vez.
Otras concesiones son: la neutralidad de Irlanda en asuntos internacionales, libertad en política fiscal y en temas de familia, como son el matrimonio gay, la eutanasia y el aborto.

Estas concesiones se recogen en la propuesta que la presidencia francesa ha presentado en el último Consejo celebrado en Bruselas los días 11 y 12 de diciembre del 2008.

Algunas cifras sobre el referéndum del 12 de junio en Irlanda:

Participación: 53%
Votos a favor: 46,25%
Votos en contra: 53, 75%
Diferencia en número de votos: 109.964 votos.


Fuentes y bibliografía:

- página web oficial de la Comisión Europea sobre el Tratado de Lisboa
- diario el País, versión online: Praga propone reforzar el liberalismo económico en la UE
- diario Público, versión online: Irlanda dice no a Lisboa
- página web de la BBC: Tratado de Lisboa: Preguntas y respuestas

Enlaces de interés:

Tratado de Lisboa, texto íntegro.

miércoles, 14 de enero de 2009

EL HAMBRE

En defensa de la seguridad y la soberanía alimentarias.

por Agustín Morán
13/01/2009
El hambre es síntoma de una alimentación insuficiente. La vida humana necesita una cantidad mínima de calorías diarias (entre 2000 y 2500). Estas calorías proceden de un combustible, los alimentos, cuya transformación suministra la energía necesaria para el funcionamiento del organismo humano. Sin alimentos suficientes hay un déficit de energía y la vida humana se degrada y tiende a extinguirse.
Los nutrientes principales son: proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas. Una alimentación saludable y completa debe ser suficiente y variada. La carencia de uno o varios de los nutrientes esenciales es causa de enfermedades e incluso, de la muerte. La falta de proteínas influye en el desarrollo, reduciendo el peso, la talla y la resistencia a las enfermedades.
El hambre es la peor de las exclusiones. Degrada la naturaleza humana y deshumaniza a las personas, convirtiéndolas en prisioneras de su hambre y reduciendo su salud y su esperanza de vida. La mortalidad infantil de los países empobrecidos multiplica por 10 la de los países ricos. La esperanza de vida de algunos países de Africa Subsahariana es la mitad que la de los países europeos. Paradójicamente, una buena parte de los cereales, grasas y azúcar que consumen los países ricos, proviene de países en los que el hambre campea a sus anchas.
En 1950 la FAO (organización de la ONU para la alimentación) estimaba que las dos terceras partes de la humanidad estaban subalimentadas, es decir, no llegaban a 2000 calorías diarias. Cincuenta años después, a pesar del vertiginoso aumento de la producción alimentaria en el mundo, los desnutridos no sólo siguen sin disminuir, sino que, por el contrario, aumentan. El mapa del hambre es el mismo que el mapa del subdesarrollo colonial y neocolonial. Dicho de otra manera, el hambre es producto de la dependencia de los países empobrecidos respecto de los países capitalistas más avanzados. Desde principios del siglo XX, solo las revoluciones populares han conseguido erradicar el hambre, la pobreza y la ignorancia de forma generalizada. A pesar del cerco del capitalismo y de sus propias deficiencias, el triunfo de la revolución rusa en 1917, de la revolución China en 1949 y de la revolución cubana en 1959, han conseguido acabar con el hambre e integrar material y socialmente a su población en una pobreza digna.
El desarrollo capitalista crea élites opulentas al lado de simas sociales en las que malviven las mayorías. Las potencias coloniales (Inglaterra, Francia, Holanda, España, Bélgica, EEUU, etc) imponen a países de África, Asia y América políticas agrícolas basadas en monocultivos para la exportación. Durante la etapa colonial, el expolio de materias primas y recursos naturales se dirigían a la metrópoli. A partir de 1950, tras la descolonización, dichos recursos se dirigen a los mercados internacionales controlados por las multinacionales de los países ricos. Las políticas agrícolas y alimentarias basadas en el “libre comercio” mundial están en el origen del hambre, la desnutrición, las enfermedades y la mortalidad infantil. Tras la 2ª Guerra Mundial, el proceso de descolonización transformó profundamente el sistema internacional de Estados, pasando de albergar 53 a 175 estados en 30 años. Para los nuevos estados – nación, la mayoría creados artificialmente bajo la batuta de los imperios en retirada, se repite el mismo proceso de expolio, intercambio desigual, dependencia y subdesarrollo, pero ahora, no a cañonazos sino mediante la “mano invisible” del mercado mundial.
Las instituciones causantes de estos crímenes no son de “infausto recuerdo”. Siguen activas y perpetrando los mismos desmanes: Se llaman Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio (GATT hasta 1991), G-7, OCDE y Unión Europea.
Las causas del hambre
El hambre no es un fenómeno natural. No depende de la escasez de tierras, de la naturaleza inclemente o del crecimiento demográfico. La superficie de la tierra está ocupada en 2/3 por agua. La tierra seca supone alrededor de 14 mil millones de hectáreas. La mitad es cultivable, pero solo está en producción el 12% de dicha superficie. La superficie necesaria para producir la alimentación anual de una persona no llega a media hectárea. Para una población de seis mil millones de seres humanos basta con cultivar 3000 millones de hectáreas.
Aunque todas las tierras no tienen la misma fertilidad, con un modelo de producción agroecológica y los recursos adecuados, se conseguirían recuperar y poner en producción muchas tierras abandonadas y terrenos desertizados.
El crecimiento demográfico
La causa del hambre no es la superpoblación. Las tasas más altas de crecimiento demográfico se producen en un entorno social de desnutrición y pobreza, y simétricamente, el coeficiente de natalidad disminuye con el aumento del nivel de vida.
La ley de Malthus, formulada a finales del siglo XVIII, afirmaba que mientras la producción de alimentos crece de forma aritmética (1, 3, 5, 7, 9, etc), la población crece de forma geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32, etc). Para la despiadada teoría de Malthus, la divergencia entre personas y recursos supone que: “las personas que vienen a un mundo ocupado, si no pueden obtener de sus padres la subsistencia y si la sociedad no necesita de su trabajo, no tienen derecho a reclamar su ración de alimento y, en realidad, están de más”.
Estas previsiones, se basaron en la observación de los excedentes de mano de obra producidos por la introducción del maquinismo y la gran industria durante la primera revolución industrial inglesa (1800 – 1860). La realidad ha desmentido la profecía maltusiana demostrando, doscientos años después, que los recursos alimentarios han crecido más rápidamente que la población.
El crecimiento del hambre no se debe a la escasez, sino a la destrucción del campesinado, la industrialización, la urbanización, la globalización, la contaminación, la desertización, el robo de tierras comunales, las invasiones, las guerras y la entrega de la alimentación al mercado. Es decir, al capitalismo. En la historia de la humanidad no ha habido ningún modelo civilizatorio más productor de hambre que el capitalismo.
El libre comercio
El crecimiento del comercio mundial de alimentos tiene como finalidad el lucro económico y está regulado por una lógica violenta, la competitividad. Esta turbina de destrucción creadora de desigualdad, hambre y violencia, tiene como protagonistas a las empresas multinacionales y como cómplices necesarios los estados, las instituciones del capitalismo internacional (FMI, BM, OMC, UE, OTAN) y los consumidores irresponsables, que somos casi todos. La globalización y mercantilización de los alimentos no es un proceso natural ni pacífico. Exige la desintegración social y económica de los modos tradicionales de producir alimentos y la desaparición o marginación de sus protagonistas, l@s campesin@s, sustituidos por los grandes empresarios del “agrobusiness”.
Los desequilibrios alimentarios, territoriales y ecológicos no se deben al aumento de la población sino al modelo de desarrollo capitalista. Este modelo desplaza de sus tierras a millones de campesin@s, arruinados por la competencia de las multinacionales, expulsados por las invasiones o las guerras. El “mercado libre” envenena el agua, la tierra y el aire y destruye los recursos naturales. La ley de rendimientos decrecientes, hasta ahora, no tiene como variable la densidad de población (cuanta más gente menos rendimiento), sino la tecnología aplicada al aumento de la productividad, la urbanización salvaje, el transporte de mercancías y la motorización. Todos ellos rasgos del capitalismo global.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (F.A.O.)
En 1943, la ONU realizó la primera “Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Alimentación y la Agricultura” en Hot Springs, Virginia, EEUU. Esta conferencia, se dedicó a los problemas de desnutrición y desabastecimiento alimentario agravados por la 2ª Guerra Mundial. Para resolver estos problemas, la ONU creó la FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations) que se constituyó en Québec-Canadá en 1945.
La FAO se concibió como una organización consultiva compuesta por gobiernos que comenzó en Roma con 42 miembros. Su actividad consiste en detectar los problemas alimentarios mediante encuestas a los países miembros, fomentar la cooperación en materia de agricultura y abastecimiento recomendando políticas de producción y utilización de los excedentes alimentarios así como asistencia técnica e investigación, organización y educación.
La FAO viene realizando Campañas Mundiales contra el hambre desde 1960. La Primera Campaña Mundial, se desarrolló entre 1960 y 1965. En el contexto de dicha campaña el Congreso Mundial de la alimentación (Roma 1963), propuso intervenir a través de la ONU en los procesos de producción, distribución y consumo de alimentos. En el documento “Principios y Métodos que rigen la Campaña Mundial contra el hambre” se establecieron las políticas respecto a: 1) Fertilidad de la Tierra (abonos, aguas, erosión y rotación de cultivos), 2) cultivos (promoción del cultivo de arroz y legumbres, protección fitosanitaria, jardines y bosques), 3) producción animal (granjas industriales, lucha contra los parásitos, inseminación artificial), 4) pesca (modernización y mecanización, piscicultura) , 5) bosques (producción de madera para leña, talada racional, plantación de especies de crecimiento rápido), 6) tratamiento, conservación y transporte de los alimentos.
Lo que realmente ha aportado la FAO en la lucha contra el hambre, ha sido la globalización de la “revolución verde” que consiste en la utilización masiva de abonos, pesticidas, insecticidas y conservantes de origen químico en los alimentos, así como la industrialización y la producción y distribución de alimentos a gran escala para el comercio mundial.
Estas políticas, lejos de resolver los problemas de la agricultura y la ganadería para dar de comer a todo el mundo, han resuelto los problemas del gran capital invertido en el agronegocio, aumentando los problemas de hambre y desnutrición. También han resuelto los problemas de empleo de miles de funcionarios y burócratas que con sus encuestas mundiales, nos informan periódicamente del avance del hambre y las enfermedades alimentarias sin tomar partido contra sus verdaderas causas.
El director de la FAO, Jacques Diouf, advirtió -como aportación trascendental de esta agencia- que “si los gobiernos no frenan la subida de precios de arroz, trigo y maíz, el hambre y el malestar social desembocarían en grandes disturbios”. El precio del arroz ha pasado de 300 dólares por tonelada en 2007 a 550 dólares en Abril de 2008, el trigo de 200 a 400 dólares y el maíz de 180 a 215 dólares. Los precios de los cereales han subido en el último año un 88%. En muchos países la cesta básica de alimentos ha aumentado su precio el 57% en un año. El aumento de la producción de cereales crecerá en 2008 el 2,6% pero la demanda para consumo animal y para los agrocombustibles así como la subida del precio de los carburantes, seguirán empujando los precios al alza. La crisis financiera que se abate sobre la economía mundial, desde octubre de 2008 ha producido un descenso en el precio de estos alimentos, pero a costa de aumentar el desempleo, la precariedad y la exclusión.
La carestía de los alimentos no significa lo mismo en las grandes superficies de los países ricos que en los 37 países más pobres en los que el 70% de los ingresos familiares se destinan a la alimentación. Las revueltas por hambre en Haití, Egipto, Camerún, Senegal e Indonesia han ocasionado cientos de muertos y heridos.
La FAO propone reuniones internacionales para recaudar fondos con los que realizar un reparto gratuito de semillas y fertilizantes que aumenten la producción en estos países. Estas buenas intenciones se ven amenazadas por el déficit o el exceso de lluvias, la escasez de reservas mundiales de cereales y la recesión de la economía mundial. Todo menos afrontar el problema de fondo: la mercantilización, industrialización y control de los alimentos por parte de las multinacionales.
¿COEXISTENCIA CON TRANSGÉNICOS?, ¡NO, NO Y NO!
NI CONSUMIDOS, NI IMPORTADOS, NI PRODUCIDOS. ¡PROHIBICIÓN!

sábado, 3 de enero de 2009

¿POR QUÉ UN HAMBRE GALOPANTE EN PLENO SIGLO XXI?

Eric Toussaint* - Damien Millet**

¿Cómo se puede erradicar el hambre? ¿Cómo explicar que todavía tengamos que enfrentarnos al hambre en el siglo XXI? Uno de cada siete habitantes de la Tierra padece hambre en forma permanente.

Las causas son conocidas: una profunda injusticia en la distribución de las riquezas, un acaparamiento de las tierras por una reducida minoría de grandes terratenientes. Según la FAO [1], 963 millones de personas padecían hambre en 2008. Situación paradójica: estas personas pertenecen estructuralmente a la población rural. En su mayoría son productores agrícolas que no poseen propiedades o tiene muy pocas tierras, ni tampoco nada que las valorice.
¿Cuál es el origen de la crisis alimentaria 2007-2008?
Se debe señalar que en 2007-2008, la cantidad de personas que padecían hambre aumentó en 140 millones. Este aumento neto se debió a la fuerte subida del precio de los productos alimentarios [2]. En muchos países, este aumento de los precios de la venta de alimentos al por menor llega a ser, a veces, del 50 %.
¿Por qué se produjo este aumento? Es importante comprender qué es lo que pasa desde hace tres años para responder a esta pregunta y, luego se podrá poner en práctica políticas alternativas adecuadas.
Por una parte, los poderes públicos del Norte han aumentado sus ayudas y sus subvenciones a los agrocombustibles (llamados erróneamente biocombustibles, cuando no tienen nada de bio, "de ecológico"). De pronto se volvió rentable reemplazar los cultivos para la alimentación humana por cultivos de forrajes y de oleaginosas, o desviar una parte de la cosecha de granos (maíz, trigo...) hacia la producción de agrocombustibles.
Por otra parte, después del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, y luego, de rebote, en el resto del mundo, la especulación de los grandes inversores (fondos de pensión, bancos de inversiones, hedge funds...) se desplazó hacia los mercados donde se negocian los contratos de los productos primarios alimentarios -principalmente en tres bolsas de Estados Unidos especializadas en el mercado a término de granos: Chicago, Kansas City y Minneapolis-. Por lo tanto, es urgente que los ciudadanos actúen para impedir por vía legal la especulación sobre los alimentos... Aunque la especulación a la alza terminó a mediados de 2008 y que el precio en los mercados a término se desplomó, los precios al por menor no siguieron el mismo descenso. Una aplastante mayoría de la población mundial dispone de unos ingresos muy bajos y sufre todavía hoy las consecuencias dramáticas del aumento del precio de los alimentos de 2007-2008. Las decenas de millones de empleos perdidos anunciados para 2009-2010 a escala mundial agravarán más la situación. Para contrarrestar esta situación, es necesario que las autoridades públicas ejerzan un control sobre los precios de los alimentos con el fin de hacerlos bajar.
El aumento del hambre en el mundo no es debido, por el momento, al cambio climático. Pero este factor tendrá consecuencias muy negativas en el futuro en la producción agrícola de algunas regiones del mundo, en particular en las zonas tropicales y subtropicales. La producción agrícola en la zona templada se vería menos afectada. La solución consiste en una acción radical para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (el GIEC [3] recomienda una disminución del 80% de las emisiones para los países más industrializados y un 20 % para los demás).
¿Es posible erradicar el hambre?
Sí, es posible. Las soluciones fundamentales para alcanzar este objetivo vital pasan por una política de soberanía alimentaria y una reforma agraria. Por lo tanto, se debe alimentar la población a partir del esfuerzo de los productores locales, y limitar, al mismo tiempo, las importaciones y exportaciones.
Es necesario que la soberanía alimentaria esté en el seno de las decisiones políticas de los gobiernos. La base deben ser las explotaciones agrícolas familiares que utilizan técnicas destinadas a producir los alimentos ecológicos. Esto permitiría de disponer de una alimentación de calidad: sin OGM, sin plaguicidas, sin herbicidas, sin abonos químicos. Pero para alcanzar este objetivo, es necesario que más de 3.000 millones de campesinos puedan acceder a la tierra en cantidad suficiente y que la puedan trabajar por su cuenta en vez de enriquecer a los grandes propietarios, a las transnacionales de la agroindustria y a los comerciantes. También deben disponer, gracias a la ayuda pública, de medios para cultivar la tierra (sin agotarla).
Es necesario que la soberanía alimentaria esté en el seno de las decisiones políticas de los gobiernos. La base deben ser las explotaciones agrícolas familiares que utilizan técnicas destinadas a producir los alimentos ecológicos. Esto permitiría de disponer de una alimentación de calidad: sin OGM, sin plaguicidas, sin herbicidas, sin abonos químicos. Pero para alcanzar este objetivo, es necesario que más de 3.000 millones de campesinos puedan acceder a la tierra en cantidad suficiente y que la puedan trabajar por su cuenta en vez de enriquecer a los grandes propietarios, a las transnacionales de la agroindustria y a los comerciantes. También deben disponer, gracias a la ayuda pública, de medios para cultivar la tierra (sin agotarla).
Es importante señalar que el FMI y sobre todo el Banco Mundial tienen una enorme responsabilidad en la crisis alimentaria, ya que son los que recomendaron a los gobiernos del Sur suprimir los organismos de crédito público para los campesinos y colocaron a los pequeños productores agrícolas entre las garras de los prestamistas privados (a menudo, grandes comerciantes), o de bancos privados que aplican tipos de interés usureros. Esto provocó el endeudamiento masivo de los campesinos, ya sea en la India, en Nicaragua, en México, en Egipto o en numerosos países del África subsahariana. Según las encuestas oficiales, el sobre endeudamiento que afecta a los campesinos indios es la principal causa de suicidio de 150.000 campesinos en la India en el curso de los últimos 10 años. Es un país donde precisamente el Banco Mundial tuvo éxito en convencer a las autoridades para que suprimieran las agencias públicas de crédito a los agricultores. Y esto no es todo: durante los últimos cuarenta años, el Banco Mundial y el FMI alentaron a los países tropicales a disminuir su producción de trigo, de arroz o de maíz para reemplazarla por cultivos para la exportación (cacao, café, té, bananas, cacahuetes, flores...). Finalmente, para redondear su trabajo en favor de las grandes sociedades del agrobusiness y de los grandes países exportadores de cereales (comenzando por Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental), lograron que los gobiernos abrieran las fronteras de par en par a la importación de alimentos, que se beneficia de las subvenciones masivas de los gobiernos del Norte, lo que ha provocado la quiebra de muchos productores del Sur y una fuerte reducción de la producción de alimentos para el consumo local.
En resumen, es necesario poner en marcha la soberanía alimentaria y la reforma agraria. Hay que abandonar la producción de agrocombustibles y desterrar las subvenciones públicas a los que los producen. También, se debe volver a crear en el Sur los stocks públicos de reserva de alimentos (en particular de granos: arroz, trigo, maíz...) y los organismos públicos de crédito a los agricultores y restablecer una regulación de los precios de los alimentos. Es necesario garantizar que las poblaciones de bajos ingresos puedan beneficiarse de precios bajos para alimentos de calidad. El Estado debe asegurar a los pequeños productores agrícolas precios de venta suficientemente elevados con el fin de permitirles mejorar en forma neta sus condiciones de vida. El Estado debe también desarrollar los servicios públicos en los medios rurales (salud, educación, comunicaciones, cultura, «bancos» de semillas, etc.). Los poderes públicos pueden perfectamente garantizar a la vez unos precios subvencionados a los consumidores de alimentos y un precio de venta suficientemente elevado para que los pequeños productores dispongan de los ingresos necesarios.
Acaso, este combate contra el hambre no es parte de un combate más amplio?No se puede pretender luchar seriamente contra el hambre sin atacar las causas fundamentales que han llevado a la situación actual. Y la deuda es una de estas causas. Los golpes publicitarios sobre el tema, frecuentes durantes estos últimos años, en particular durante las cumbres del G8 o del G20, no pueden ocultar que el problema sigue sin solución. La crisis global que actualmente afecta al mundo agrava la situación de los países en desarrollo frente al costo del endeudamiento y de las nuevas crisis de deuda que se están preparando en el Sur. Esta deuda condujo a los pueblos del Sur, provistos con frecuencia de riquezas humanas y naturales considerables, a un empobrecimiento general. La deuda es un saqueo organizado al que es urgente ponerle fin.
Efectivamente, el mecanismo infernal de la deuda pública es el principal obstáculo para asegurar la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, y entre las cuales está una alimentación decente. Sin ninguna duda, la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales debe primar sobre cualquier otra consideración, geopolítica o financiera. En el plano moral, los derechos de los acreedores, rentistas y especuladores no pueden pesar lo mismo que los derechos fundamentales de 6.000 millones de ciudadanos, pisoteados por el mecanismo implacable que representa la deuda.
Es inmoral pedir a los países empobrecidos por una crisis global, de la que no son en absoluto responsables, que dediquen una parte de sus recursos a reembolsar a sus acreedores adinerados (ya sean del Norte o del Sur), en lugar de destinarlos a la satisfacción de esas necesidades fundamentales. La inmoralidad de la deuda proviene también del hecho de que con frecuencia fue contraída por regímenes no democráticos, que no utilizaron las sumas recibidas en interés de sus poblaciones y que a menudo organizaron desvíos masivos del dinero, con el acuerdo tácito o activo, de los gobiernos del Norte, del Banco Mundial y del FMI. Los acreedores de los países más industrializados prestaron el dinero con conocimiento de causa a regímenes a menudo corruptos. Por lo tanto, no tienen derecho a exigir a los pueblos que paguen esas deudas inmorales e ilegítimas.
Es inmoral pedir a los países empobrecidos por una crisis global, de la que no son en absoluto responsables, que dediquen una parte de sus recursos a reembolsar a sus acreedores adinerados (ya sean del Norte o del Sur), en lugar de destinarlos a la satisfacción de esas necesidades fundamentales. La inmoralidad de la deuda proviene también del hecho de que con frecuencia fue contraída por regímenes no democráticos, que no utilizaron las sumas recibidas en interés de sus poblaciones y que a menudo organizaron desvíos masivos del dinero, con el acuerdo tácito o activo, de los gobiernos del Norte, del Banco Mundial y del FMI. Los acreedores de los países más industrializados prestaron el dinero con conocimiento de causa a regímenes a menudo corruptos. Por lo tanto, no tienen derecho a exigir a los pueblos que paguen esas deudas inmorales e ilegítimas.
El G8, el FMI, el Banco Mundial y el Club de París imponen su propia verdad, su propia justicia, de la que son juez y parte. Frente a la crisis, el G20 tomó el relevo y busca recolocar a un FMI desacreditado y deslegitimado en el centro del juego político y económico. Hay que acabar con esta injusticia que beneficia a los opresores, tanto sean del Norte como del Sur.
Notas:
[1] Organismo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, www.fao.org
[2] Ver Damien Millet y Eric Toussaint « Repaso de las causas de la crisis alimentaria mundial" http://www.cadtm.org/spip.php?article3624Eric Toussaint, "Volvamos a hablar de las causas de la crisis alimentaria" http://www.cadtm.org/spip.php?article3831
[3] Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, ver www.ipcc.ch/languages/spanish.htm
Eric Toussaint, doctor en ciencias políticas, es presidente de CADTM Bélgica (Comité para la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org), autor de El Banco del Sur y la nueva crisis internacional, El Viejo Topo, 2008, 230 páginas (también publicado en 2008 en Ecuador por Abya Yala y en Bolivia por el Observatorio DESC). **Damien Millet, matemático, es portavoz de CADTM Francia, autor de África sin Deuda, Icaria, Barcelona, 2007. En forma conjunta, escribieron 60 preguntas, 60 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial, próxima edición Icaria/Intermón Oxfam. Traducido por Griselda Pionero y Raúl Quiroz].