viernes, 19 de diciembre de 2008

LA CIFRA DE VÍCTIMAS DEL HAMBRE ALCANZA YA LOS 963 MILLONES

Última publicación de la FAO sobre el hambre en el mundo.
Otros 40 millones de personas han sido abocadas al hambre este año debido principalmente al alza de los precios alimentarios, según las cifras preliminares dadas a conocer hoy por la FAO. Con ello la cifra total de desnutridos en el mundo se eleva ya a 963 millones, comparada con los 923 millones de 2007, mientras que la actual crisis económica y financiera puede conducir todavía a más gente hacia el hambre y la pobreza, según alertó hoy la Organización de la ONU.
"Los precios de los alimentos han bajado a nivel mundial desde principios de 2008, pero este descenso no ha solucionado la crisis alimentaria en muchos países pobres", dijo el Director General Adjunto de la FAO Hafez Ghanem, al presentar la última edición del informe de la FAO sobre el hambre: El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI 2008).
"Para millones de personas en los países en desarrollo, contar a diario con una cantidad mínima de alimentos para llevar una vida sana y activa es un sueño lejano. Las causas estructurales del hambre, como la falta de acceso a la tierra, crédito o empleo, combinados con los altos precios de los alimentos, continúan siendo una triste realidad", aseguró.
Los precios de los principales cereales han caído más del 50 por ciento desde sus máximos a principios de 2008, pero permanecen altos comparados con los años precedentes. A pesar del fuerte descenso en los últimos meses, el Índice de Precios de la FAO era todavía un 28 por ciento más alto en octubre de 2008 comparado con octubre de 2006.
Con precios de semillas y fertilizantes (y de otros insumos) a más del doble de su nivel de 2006, los campesinos pobres no han podido aumentar su producción. Pero los agricultores pudientes, en particular los de los países desarrollados, han podido hacer frente al alza de precios de los insumos y aumentar sus plantaciones. Como consecuencia, se espera que la producción de cereales en los países desarrollados crezca al menos un 10 por ciento en 2008. Por su parte, el incremento en los países en desarrollo no pasará del uno por ciento.
"Si el descenso de precios y la restricción del crédito asociada con la crisis económica fuerza a los campesinos a producir menos alimentos, el año próximo podríamos asistir a otro brusco alza de los precios", subrayó Ghanem. "El objetivo -añadió- de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) de 1996, de reducir a la mitad la cifra de hambrientos en 2015, requiere un fuerte compromiso político e inversiones en los países pobres de al menos 30.000 millones de dólares anuales para la agricultura y cobertura social para los pobres".
El mapa del hambre
La gran mayoría de las personas desnutridas en el mundo -907 millones- vive en países en desarrollo, según los datos de 2007 que ofrece El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. De ellas, el 65 por ciento se concentra en siete países: India, China, la República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía. Los progresos en los países de mayor población tendrán un importante impacto en la reducción del hambre a nivel mundial.
Casi dos tercios (583 millones en 2007) de los hambrientos del mundo viven en Asia, continente con una nutrida población y progresos relativamente lentos en la reducción del hambre. Como dato positivo, algunos países del Sudeste asiático, como Tailandia y Viet Nam han realizado avances notables hacia los objetivos de la CMA, mientras que Asia meridional y central han experimentado retrocesos en la lucha contra el hambre.
En África subsahariana, una de cada tres personas (236 millones en 2007) sufre de desnutrición crónica, el porcentaje más alto de personas desnutridas sobre el total de la población, según el informe. La mayor parte del incremento de hambrientos ha tenido lugar en un único país: la República Democrática del Congo, como resultado de un conflicto generalizado y persistente. El país africano ha pasado de 11 millones de desnutridos (en 2003-05) a 43 millones, con una proporción sobre la población total del 29 al 76 por ciento.
En conjunto, África subsahariana ha realizado algunos progresos en reducir la proporción de víctimas del hambre crónica, que ha bajado del 34 (1995-97) al 30 por ciento (2003-2005). Ghana, Congo, Nigeria, Mozambique y Malawi han conseguido las mayores reducciones en este sentido. Ghana es el único país africano que ha alcanzado los niveles de reducción del hambre marcados por la CMA y los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El crecimiento de su producción agrícola ha sido la clave del éxito.
Latinoamérica y el Caribe alcanzaron su mayor éxito en la reducción del hambre antes del alza de los precios. Pero las subidas han incrementado el número de personas hambrientas en la región, que se situó en 51 millones en 2007.
Los países de Oriente Próximo y el Norte de África experimentan por lo general niveles reducidos de desnutrición. Pero los conflictos (en Afganistán e Iraq) y el alza de precios alimentarios han elevado la cifra, desde 15 millones de desnutridos en 1990-92 a 37 millones en 2007.
Objetivo difícil de alcanzar
Algunos países se encontraban bien encarrilados para alcanzar los objetivos de la CMA, antes de que los precios de los alimentos se disparasen. "Incluso estos países han sufrido retrocesos: parte de los progresos alcanzados se han cancelado debido al alza de precios. La crisis ha afectado principalmente a los más pobres, los campesinos sin tierra y las familias encabezadas por mujeres", afirmó Ghanem. "Será necesario -añadió- un esfuerzo global enorme y decidido, junto a acciones concretas, para reducir el número de hambrientos a 500 millones en 2015".
Exportaciones amenazadas
La situación del hambre en el mundo puede deteriorarse todavía más si la crisis financiera golpea la economía real de cada vez más países. La reducción de la demanda en los países desarrollados amenaza los ingresos que los países en desarrollo obtienen a través de las exportaciones. Las remesas de los emigrantes, las inversiones y otros flujos de capital -incluyendo la ayuda al desarrollo-, se encuentran también amenazados. Las economías emergentes en particular son susceptibles del impacto duradero de la restricción de créditos, incluso si la crisis es de corta duración.
OFICINA DE LA FAO EN ESPAÑA. MADRID

LOS SUPERMERCADOS Y LA CRISIS ALIMENTARIA MUNDIAL

Esther Vivas* 05-12-08
El monopolio y concentración permite un fuerte control a la hora de determinar lo qué consumimos, a qué precio lo compramos, de quién procede, cómo ha sido elaborado, con qué productos, etc. Nuestra alimentación depende cada día más de los intereses de estas grandes cadenas de venta al detalle y su poder se evidencia con toda crudeza en una situación de crisis. Su aparición en el transcurso del siglo XX, ha contribuido a la mercantilización del qué, el cómo y el dónde compramos supeditando la alimentación, la agricultura y el consumo a la lógica del capital y del mercado.
La crisis alimentaria ha dejado sin comida a miles de personas en todo el mundo. A la cifra de 850 millones de hambrientos, el Banco Mundial añade cien más fruto de la crisis actual. El “tsunami” del hambre no tiene nada de natural, sino que es resultado de las políticas neoliberales impuestas durante décadas por las instituciones internacionales. Hoy, el problema no es la falta de alimentos sino la imposibilidad para acceder a ellos debido a sus altos precios.
Esta crisis alimentaria deja tras sí a una larga lista de perdedores y de ganadores. Entre los más afectados, se encuentran mujeres, niños y niñas, campesinos y campesinas expulsados de sus tierras, pobres urbanos... En definitiva, aquellos que engrosan las filas de las y los oprimidos del sistema capitalista. Entre los ganadores, encontramos a las multinacionales de la industria agroalimentaria que controlan de origen a fin la cadena de producción, transformación y comercialización de los alimentos. De este modo, mientras la situación de crisis azota, principalmente, a los países del sur global, las multinacionales del sector ven multiplicar sus ganancias.
Monopolios
La cadena agroalimentaria está controlada en cada uno de sus tramos (semillas, fertilizantes, transformación, distribución, etc.) por multinacionales que consiguen grandes beneficios gracias a un modelo agroindustrial liberalizado y desregularizado. Un sistema que cuenta con el apoyo explícito de las élites políticas y de las instituciones internacionales que anteponen los beneficios de estas empresas a las necesidades alimenticias de las personas y el respeto al medio ambiente.
La gran distribución, al igual que otros sectores, cuenta con una alta concentración empresarial. En Europa, entre los años 1987 y 2005, la cuota de mercado de las diez mayores multinacionales de la distribución significaba un 45% del total y se pronosticaba que ésta podría llegar a un 75% en los próximos 10-15 años. En países como Suecia, tres cadenas de supermercados controlan alrededor del 95,1% de la cuota de mercado; y en países como Dinamarca, Bélgica, Estado español, Francia, Holanda, Gran Bretaña y Argentina, unas pocas empresas dominan entre el 60% y el 45% del total. Las megafusiones son la dinámica habitual en el sector. De este modo, las grandes corporaciones, con su matriz en los países occidentales, absorben a cadenas más pequeñas en todo el planeta asegurándose su expansión a nivel internacional y, especialmente, en los países del sur global.
Este monopolio y concentración permite un fuerte control a la hora de determinar lo qué consumimos, a qué precio lo compramos, de quién procede, cómo ha sido elaborado, con qué productos, etc. En el año 2006, la segunda empresa más grande del mundo por volumen de ventas fue Wal-Mart y en el listado de las cincuenta mayores empresas mundiales se encontraban también, por orden de facturación, Carrefour, Tesco, Kroger, Royal Ahold y Costco. Nuestra alimentación depende cada día más de los intereses de estas grandes cadenas de venta al detalle y su poder se evidencia con toda crudeza en una situación de crisis.
De hecho, en abril del 2008 y frente a la situación de crisis alimentaria mundial, las dos mayores cadenas de supermercados de Estados Unidos, Sam’s Club (propiedad de Wal-Mart) y Costco (de venta a mayoristas), apostaron por racionar la venta de arroz en sus establecimientos aludiendo a una posible restricción en el suministro de este cereal. En Sam’s Club, se limitó la venta de tres variedades de arroz (basmati, jasmine y grano largo) así como la compra de sacos de arroz de nueve o más quilos a un total de cuatro por cliente; en Costco se restringió la venta de harina y de arroz frente al aumento de la demanda. En Gran Bretaña, Tilda (la principal importadora de arroz basmati a nivel mundial) también estableció restricciones a la venta de arroz en algunos establecimientos al por mayor. Con esta medida se puso en evidencia la capacidad de las grandes cadenas de distribución de incidir en la compra y venta de determinados productos, limitar su distribución e influir en la fijación de sus precios. Un hecho que ni siquiera se había producido en Estados Unidos tras la II Guerra Mundial, cuando sí se restringió el acopio de petróleo, neumáticos y bombillas, pero no de alimentos.
Cambio de hábitos
Otra dinámica que se ha puesto de relieve frente a la situación de crisis alimentaria ha sido el cambio de hábitos a la hora de hacer la compra. Ante la necesidad, por parte de los clientes, de abrocharse el cinturón y buscar aquellos establecimientos con precios más baratos, las cadenas de descuento han sido las que han salido ganando. En Italia, Gran Bretaña, Estado Español, Portugal y Francia, estos supermercados han visto aumentar sus ventas entre un 13% y un 9% el primer trimestre del 2008 respecto al año anterior.
Otro indicador del cambio de tendencia es el aumento de las ventas de marcas blancas que ya suponen, según datos del primer trimestre del 2008, en Gran Bretaña un 43,7% del volumen total de ventas, en el Estado Español un 32,8%, en Alemania un 31,6% y en Portugal y Francia alrededor del 30%. Cuando son, precisamente, las marcas blancas las que dan un mayor beneficio a las grandes cadenas de distribución y permiten una mayor fidelización de sus clientes.
Pero más allá del papel que la gran distribución pueda jugar en una situación de crisis (con restricciones a la venta de algunos de sus productos; cambios en los hábitos de compra, etc.), este modelo de distribución ejerce a nivel estructural un fuerte control e impacto negativo en los distintos actores que participan en la cadena de distribución de alimentos: campesinos/as, proveedores, consumidores/as, trabajadores/as, etc. De hecho, la aparición de los supermercados, hipermercados, cadenas de descuento, autoservicios..., en el transcurso del siglo XX, ha contribuido a la mercantilización del qué, el cómo y el dónde compramos supeditando la alimentación, la agricultura y el consumo a la lógica del capital y del mercado.
* Esther Vivas es miembro de la Red de Consumo Solidario y de la campaña No te comas el mundo. Es coautora del libro Supermercados, no gracias (Icaria editorial, 2007). Publicado en AAVV Introducción a la Crisis Alimentaria Global, Barcelona, No te comas el mundo.

martes, 25 de noviembre de 2008

CRISIS ALIMENTARIA: EFECTOS,CAUSAS Y ALTERNATIVAS

Intervención de Vicent Garcés en la Mesa sobre Crisis Alimentaria celebrada en el Parlamento de Chile en Valparaiso en el marco del encuentro de la Delegación Parlamentaria Mixta UE-Chile. 10 de noviembre de 2008


LA CRISIS

En septiembre pasado la FAO afirmaba que el alza de precios de los alimentos ha provocado que 75 millones de personas pasen a una situación de hambre, con lo que la cifra de población hambrienta y desnutrida en el mundo en 2007 se elevó a 923 millones de personas. Para comparar conviene recordar que en 1960, había en todo el planeta 80 millones de seres humanos que pasaban hambre. Hay que tener en cuenta, además, que el 75% de esas personas son población rural, pequeños agricultores o campesinos sin tierra productores de alimentos.

Según un reciente informe del Banco Mundial, el número de personas que sufren de desnutrición en el mundo aumentará en 44 millones en 2008 y alcanzará una cifra total aproximada de 967 millones, a raíz del incremento de los precios de los productos alimenticios. Estas últimas semanas, los precios de los cereales comestibles y semillas oleaginosas han caído seriamente debido a la disminución del crecimiento económico, a la reducción de los precios del petróleo y al incremento de la producción, factores estos que han provocado la retirada de los fondos de inversión especulativos de estos mercados, empujando las cotizaciones a la baja. Con todo, millones de pobres van a experimentar duraderamente el impacto de la elevación de los precios alimentarios habida en 2007 y 2008.

La OCDE ha señalado últimamente que los precios disminuirán en el futuro próximo, pero no descenderán por debajo del nivel del año 2005, estimando que los próximos diez años los precios de los cereales se incrementaran un 20-30% sobre el nivel del decenio anterior.

Los objetivos de desarrollo del Milenio, ya difícilmente alcanzables antes de la crisis, corren ahora un mayor peligro. El Director General de la FAO, consciente de esta realidad, acaba de pedir al recién elegido Presidente de EE.UU., Barack Obama, que tome el liderazgo para convocar una Cumbre Mundial sobre la Alimentación en el primer semestre de 2009 para alcanzar un amplio consenso común sobre la eliminación definitiva del hambre de la faz de la tierra.

LAS CAUSAS

Los factores que han originado esta crisis alimentaria son múltiples y complejos:
- un desequilibrio estructural creciente entre oferta y demanda producido por políticas equivocadas y por la demanda de los países emergentes
- malas condiciones climáticas
- el especulativo precio del petróleo, que tiene un gran impacto en los costes agrícolas desde los fertilizantes al transporte,
- la especulación ante la escasez creada por las restricciones a la exportación y la debilidad de los stocks.
- la creciente producción de biocombustibles. La nueva edición de "El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación", publicada anualmente por la FAO, señala que las políticas y subvenciones de los biocombustibles deberían ser reconsideradas con urgencia para mantener el objetivo de la seguridad alimentaria mundial, proteger a los campesinos pobres, promover un desarrollo rural de amplia base y asegurar la sostenibilidad medioambiental.

AYUDAS Y ALTERNATIVAS

En mayo, el Directorio del Banco Mundial aprobó la creación del Programa de respuesta a la crisis mundial de los alimentos, con la finalidad de ofrecer asistencia técnica y acceso al financiamiento a los países afectados por un importe de 1.200 millones de dólares. Estas intervenciones complementan las respuestas de emergencia y de corto plazo del Programa Mundial de Alimentos y de otros donantes. En total, a fines de septiembre de 2008 el Banco Mundial había aprobado donaciones por 137 millones de dólares para 17 países.

Por su lado, la Comisión Europea el pasado 20 de mayo proclamó que tiene la intención de:

• supervisar la evolución de los precios;
• adaptar la política agrícola común a las nuevas realidades;
• modificar el programa de seguridad alimentario en favor de los más pobres;
• analizar el funcionamiento de la cadena alimentaria;
• tomar medidas para mejorar la seguridad alimentaria mundial:
• seguir promoviendo una política de libre comercio y trabajar en la conclusión rápida de la ronda de negociaciones comerciales de Doha en el seno de la OMC;
• mantener los compromisos humanitarios de la UE y reforzar su contribución a los esfuerzos desplegados a escala mundial para reducir los efectos de la crisis sobre las poblaciones pobres.

El Parlamento Europeo, el 22 de mayo pasado, adoptó una resolución sobre la subida de los precios de los alimentos que incluía las siguientes consideraciones, entre otras:

- el carácter fundamental del derecho a la alimentación y la obligación de los Estados de proteger, respetar y cumplir este derecho humano.
- la preocupación por los efectos de la especulación sobre los productos alimentarios básicos sobre el hambre y la pobreza en el mundo.
- que el suministro de alimentos a todas las personas en todo el mundo debería tener prioridad sobre cualquier otro objetivo
- la necesidad de garantizar una regulación nacional y mundial de los mercados agrícolas
- que se han de respetar los ingresos de los agricultores
- que hay que dar prioridad a los alimentos sobre los combustibles y que, por tanto, la producción de biocombustibles debe vincularse a estrictos criterios de sostenibilidad.
- que para combatir verdaderamente el hambre y la pobreza es necesaria una política global de desarrollo sostenible.
- pide un aumento urgente y sustancial de las inversiones en agricultura, acuicultura, desarrollo rural y agroindustria en los países en desarrollo, centrado en los agricultores pobres y en la agricultura a pequeña escala basada en sistemas de producción agroecológicas.
- que los países deben tener derecho a la soberanía y la seguridad alimentaria y que les asiste el derecho a proteger sus mercados contra las importaciones de producciones subvencionadas.

El Consejo Europeo del 20 de junio pasado concluyó que era necesaria la intervención de la Unión Europea desde una perspectiva de desarrollo y de ayuda humanitaria. El Consejo respaldaba así la propuesta de la Comisión de crear un nuevo Fondo frente a la fuerte subida de los precios de los productos alimenticios en los países en vías de desarrollo, estimando las necesidades a corto plazo, 2008-2009, en 18.000 millones de euro, de los que mil millones serán financiados por la Comunidad Europea durante los años 2008 y 2009.

La FAO, por su lado, señala que los países más golpeados por la actual crisis, muchos de ellos en Africa, necesitarán al menos 30.000 millones de USD para garantizar su seguridad alimentaria y reactivar sistemas agrícolas que han sido descuidados durante mucho tiempo

Según la FAO, para romper el círculo vicioso del hambre y la pobreza, se requiere actuar de forma urgente en dos frentes. A saber:

- hacer que la población más vulnerable del planeta tenga acceso a alimentos,
- ayudar a los pequeños productores rurales a aumentar su producción y sus ingresos.

Los gobiernos deben evitar reducir las ayudas a la agricultura de los países en desarrollo y establecer medidas proteccionistas en el comercio como respuesta a la actual crisis financiera mundial, ha afirmado recientemente Jacques Diouf, Director General de la FAO.

Las alternativas al actual estado de crisis alimentaria y más allá han de buscarse con la mirada puesta en el horizonte de bienestar de la gente y del planeta. Cada vez más es evidente que se necesita un eficaz y eficiente control democrático de las instituciones financieras y económicas para:

. Promover estrategias agrícolas que busquen la seguridad y la soberanía alimentaria, así como la agricultura orgánica.
. Aplicar reformas agrarias y otras medidas que apoyen al pequeño agricultor, al campesino sin tierra y mantengan las comunidades campesinas e indígenas.
. Frenar la expansión de empresas del agro-negocio que promueven monocultivos social, económica y ambientalmente insostenibles.
. Restablecer el nexo perdido entre la agricultura, las explotaciones agrícolas y la alimentación.
. Desarrollar la potencialidad interna de producción de alimentos por parte de los países en vías de desarrollo.

En Anexo se acompañan por su relevancia dos documentos:

1.- Discurso del Presidente del Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero, en la Cumbre de la FAO sobre seguridad alimentaria, cambio climático y bioenergía, celebrada en Roma el tres de junio de 2008.
2.- Carta de Maputo, Agricultura Campesina y Soberanía Alimentaria frente a la crisis global, acordada por la V Conferencia Internacional de la Vía Campesina celebrada en Maputo, Mozambique, del 19 al 22 de Octubre de 2008.



ANEXO I

Discurso del Presidente del Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero, en la Cumbre de la FAO sobre seguridad alimentaria, cambio climático y bioenergía
Roma, 03 de junio de 2008


Gracias, Primer Ministro Berlusconi; gracias, Director General de la FAO y Secretario General de Naciones Unidas por el acierto en la convocatoria de esta Cumbre internacional para abordar uno de los problemas más graves con los que nos hemos enfrentado en los últimos años, que es la crisis alimentaria.

Esta crisis, como consecuencia de una fuerte elevación del precio de productos alimentarios básicos, supone para la gran mayoría de los ciudadanos del mundo un sacrificio y para una parte importante de la población supone el hambre, cuando no la muerte, especialmente de niños, de aquellos en los que deberíamos de volcar muchos de los objetivos, planes y acciones cuando hablamos de lucha contra el hambre y la pobreza.

Agradezco al Director General de la FAO que haya citado a España como el país que ha tenido una respuesta más rápida incrementando nuestra creciente ayuda en la lucha contra el hambre y la pobreza. En los últimos cuatro años prácticamente hemos multiplicado por cinco nuestro esfuerzo en el mundo para luchar contra el hambre y la pobreza, y a la llamada urgente hemos respondido con cincuenta millones de euros más para abordar las necesidades más perentorias y más dramáticas en muchos lugares del mundo, especialmente de África, porque decir "hambre", "desigualdad" e "injusticia" en el mundo es decir África, y con África especialmente tenemos que volcarnos para afrontar un mundo más justo.

Quiero expresar dos objetivos que deberíamos de tener tras esta Cumbre: el primero de ellos, el liderazgo de Naciones Unidas, el liderazgo ante los Gobiernos, ante las empresas, ante las Organizaciones No Gubernamentales, ante la sociedad y ante los países y ciudadanos que esperan una respuesta a esta grave crisis alimentaria; liderazgo de Naciones Unidas, a quien compete coordinar, unificar y llevar adelante un proyecto común.

El segundo objetivo ahora es que los países desarrollados incrementemos la ayuda a la cooperación y al desarrollo, porque las palabras pueden ser todo lo bonitas que queramos, pero los fondos tienen que ser reales y no valen los compromisos. Y puedo decirlo desde esta tribuna porque España, cuando anuncia un compromiso de cifras en su incremento a la ayuda al desarrollo, cumple y lo saben los países con los que trabajamos en ese mismo fin.

En este momento no se puede asumir que, con esta crisis de hambre y de pobreza, haya países de la OCDE, desarrollados, que estén reduciendo su ayuda a la cooperación al desarrollo; no. Con tanta pobreza y miseria en el mundo, los países desarrollados tenemos que seguir incrementando nuestra ayuda a la cooperación y al desarrollo.

Son dos objetivos inmediatos y, más allá de esos dos objetivos, debemos de hacer una vuelta a la agricultura, que ha sido --asumámoslo todos los que estamos aquí-- una actividad de segundo plato, de segundo orden, en los últimos años; una vuelta a la agricultura, a la producción y a ayudar al pequeño agricultor. Para ello tienen derecho todos los agricultores del mundo, todos, a ser ayudados y de aquí debería salir un compromiso de que no podemos fracasar en la Ronda de Doha. Tenemos que cumplir y llegar a un acuerdo en Doha que dé oportunidades a tantos países y a tantos agricultores que hoy no las tienen en el mundo. Para ello pido flexibilidad y pido que estemos a la altura de las circunstancias.

Esa vuelta a la agricultura, con el incremento de la ayuda a la cooperación al desarrollo, debe de colmar con un esfuerzo por poner algo más de gobernanza en la globalización, porque la subida de los precios de los alimentos no se puede ni abordar, ni comprender, ni tener una respuesta eficaz, si no somos conscientes de lo que ha pasado con la crisis financiera, cuyo origen es Estados Unidos, y qué está pasando con la subida del precio del petróleo.

Los tres factores están interrelacionados y detrás de esos tres factores hay una falta de capacidad de las instituciones internacionales de dar respuestas ante problemas serios. No podemos sólo globalizar los mercados y no podemos sólo globalizar el movimiento de capitales si antes o al mismo tiempo no globalizamos el gobierno de las cosas, que es el sentido común al servicio del interés general.

España tiene un firme compromiso en la lucha contra el hambre y la pobreza, un firme compromiso con los más débiles; no de palabras, sino de hechos. Un firme compromiso porque no habrá un orden internacional que se llame de esa manera mientras tengamos la expectativa de ochocientos millones de seres humanos pasando hambre y miseria, y la expectativa de que pueden elevarse a cien millones más.

España está en ese firme compromiso con Naciones Unidas, con la FAO y con el Programa Mundial de Alimentos, y no queremos que esto quede hoy aquí en una Cumbre de buenas palabras y de un buen plan estratégico. Queremos ir más allá y a eso estamos dispuestos a comprometernos: a que en otoño tengamos en España --nos ofrecemos a ello-- una nueva Reunión de Alto Nivel para poner en marcha ese Plan Estratégico y elaborar una Carta de la Seguridad Alimentaria como derecho de los seres humanos, como derecho básico y esencial de los seres humanos.

Hemos sido capaces de producir, de inventar y de crear riqueza suficiente para que todo el mundo pueda tener acceso a la alimentación básica. Si no es así, es porque no hemos querido hacerlo. Aún tenemos la oportunidad y espero que esta crisis sea, ante todo, un aldabonazo en las conciencias de los más egoístas, de los más poderosos, que en sus manos en buena medida está que haya tantos niños que dejen de morir de hambre.

ANEXO II

Carta de Maputo - V Conferencia Internacional de la Vía Campesina
Maputo, Mozambique, 19-22 de Octubre, 2008


Agricultura Campesina y Soberanía Alimentaria Frente a la Crisis Global

El mundo entero está en crisis, una crisis de dimensiones múltiples, una crisis de alimentos, de energía, del clima y de las finanzas. Las soluciones que nos ofrecen desde el poder – mas libre comercio, semillas transgénicas, etc. - ignoran que la crisis es producto del sistema capitalista y del neoliberalismo, y solo profundizarán sus impactos. Para encontrar soluciones reales, mas bien hay que mirar hacía la soberanía alimentaria que propone la Vía Campesina.
¿Como llegamos a la crisis?

En las últimas décadas hemos visto el avance del capital financiero y de las empresas transnacionales, sobre todos los aspectos de la agricultura y del sistema alimentario de los países y del mundo. Desde la privatización de las semillas y la venta de agrotóxicos, hasta la compra de la cosecha, el procesamiento de los alimentos, y su transporte, distribución y venta al consumidor, todo está ya en manos de un número reducido de empresas. Los alimentos han pasado de ser un derecho de todos y todas, a ser una mercancía más. Se están homogeneizando nuestras dietas en todo el mundo, con alimentos que son malos para la salud, tienen precios fuera del alcance de la gente, y estamos perdiendo las tradiciones culinarias de nuestros pueblos.

A la vez estamos viendo una ofensiva del capital sobre los recursos naturales, como no se había visto desde tiempos coloniales. La crisis de la tasa de ganancia del capital los lanza a una guerra privatizadora de despojo contra nosotros y nosotras, campesinos e indígenas, un robo privatizador de la tierra, el territorio, los bosques, la biodiversidad, al agua y la minería. Los pueblos rurales y el medio ambiente están siendo agredidos. La siembra de agrocombustibles en grandes monocultivos industriales es parte de este despojo, justificado falsamente con argumentos sobre las crisis energéticas y climáticas. La realidad detrás de estas últimas facetas de la crisis tiene mucho más que ver con la matriz actual de transporte a larga distancia de bienes, e individualizado en automóviles, que con otra cosa.

Ahora el surgimiento de la crisis de alimentos y la crisis financiera hace que todo se agudiza. La misma crisis financiera y las crisis de alimentos están vinculadas por la especulación que hace el capital financiero con los alimentos y la tierra, en detrimento de la gente. Ahora el capital financiero se vuelve mas desesperado, asaltando los erarios públicos para sus rescates, los cuales van a obligar a todavía mayores recortes presupuestarios en los países, y mayor pobreza y sufrimiento. El hambre en el mundo sigue su ritmo de crecimiento. La explotación y todas las formas de violencia, en especial contra las mujeres, aumentan. Con la contracción económica en los países ricos, crece la xenofobia en contra de los trabajadores y trabajadoras migrantes, con creciente racismo y represión, y el modelo dominante ofrece cada vez menos oportunidades para la juventud en el campo.

En síntesis, todo va de mal en peor. Sin embargo, como toda crisis, genera oportunidades.

Oportunidades para el capitalismo, que usa la crisis para reinventarse y encontrar nuevas fuentes de ganancias, pero también oportunidades para los movimientos sociales. Entre los últimos se ubican el hecho que las tesis del neoliberalismo están quedando sin legitimidad con los pueblos, y el hecho de que las instituciones financieras internacionales (Banco Mundial, FMI, OMC) están mostrando su incapacidad de administrar la crisis (además de estar entre las causas de la misma crisis), creando la oportunidad para eliminarlos y construir otras instituciones de regulación de la economía global que sirven otros intereses. Está quedando claro que las corporaciones transnacionales son los verdaderos enemigos que están detrás de aquellos. Está quedando claro que los gobiernos neoliberales no sirven los intereses de sus pueblos. También está quedando claro que el régimen mundial de alimentos controlados por las empresas transnacionales, no es capaz de alimentar a la gran masa de personas en esta planeta, mientras que la soberanía alimentara basada en la agricultura campesina local es mas necesario que nunca.

¿Que defendemos en la Vía Campesina frente esta realidad?

La soberanía alimentaria: echando al capital especulativo fuera de los alimentos, y re-nacionalizando la producción y las reservas de alimentos, se ofrecería la única salida de la crisis alimentaria. Solo la agricultura campesina alimenta a los pueblos, mientras que el agronegocio produce productos de exportación y agrocombustibles para alimentar a los automóviles en lugar de los seres humanos. La soberanía alimentaria basada en la agricultura campesina ofrece la solución a las crisis.

Frente a las crisis energéticas y climáticas: la diseminación de un sistema alimentario local, que no se basa ni en la agricultura industrial ni en el transporte a larga distancia, eliminaría hasta un 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La agricultura industrial calienta al planeta, y la agricultura campesina enfría al planeta. Un cambio en el patrón de transporte humano hacía el transporte colectivo, y otros en los patrones de consumo, son los pasos adicionales necesarios para hacernos frente a las crisis energéticas y climáticas.

La reforma agraria genuina e integral, y la defensa del territorio indígena: son esenciales para revertir el despojo en el campo, y para poner la tierra a producir alimentos en lugar de exportaciones y combustibles.

La agricultura campesina sostenible: solo la producción campesina agroecológica puede desvincular el precio de los alimentos del precio de petróleo, recuperar los suelos degradados por la agricultura industrial, y producir alimentos sanos y cercanos para nuestros pueblos.

El avance de las mujeres es el avance para todos: El fin de todos los tipos de violencia hacía la mujer, incluyendo la física, la social y otras. El alcance de la verdadera paridad de género en todos los espacios internos e instancias de debates y toma de decisiones son compromisos imprescindibles para avanzar en este momento como movimientos de transformación de la sociedad.

El derecho a la semilla y al agua: La semilla y el agua son las fuentes de la vida, y son patrimonios de los pueblos. No podemos permitir su privatización, ni la siembre de semillas transgénicas o de tecnología terminator.

No a la criminalización de la protesta social, si a la Declaración de Derechos Campesinos en la ONU, propuesta por la Vía Campesina. Será una herramienta clave en el sistema legal internacional para fortalecer nuestra posición y nuestros derechos como campesinos y campesinas.

La juventud en el campo: Urge abrir cada vez más espacios en nuestro movimiento para la incorporación de la fuerza y creatividad de la juventud campesina, con su lucha por construir su futuro en el campo.

Finalmente, nosotros y nosotras producimos y defendemos los alimentos de todos y todas.

Todos y todas los participantes en la V Conferencia de la Vía Campesina nos comprometemos a la defensa de la agricultura campesina, a la soberanía alimentaría, a la dignidad y a la vida.

Nosotros y nosotras ofrecemos soluciones reales a la crisis global que enfrenta el mundo de hoy.

Tenemos el derecho de seguir siendo campesinos y campesinas, y tenemos la responsabilidad de alimentar a nuestros pueblos.

Aquí estamos los campesinos y campesinas del mundo, y nos negamos desaparecer

http://www.viacampesina.org/main_sp/

lunes, 7 de julio de 2008

El campesinado produce alimentos, los agrocombustibles generan hambre y pobreza

e
Posicionamiento de Vía Campesina

La actual ola masiva de inversión en la producción de energía basada en el cultivo y procesamiento industrial de materias vegetales como el maíz, la soja, la palma aceitera, la caña de azúcar, etc., no resolverá ni la crisis climática ni la energética. Asimismo, traerá desastrosas consecuencias sociales y medioambientales. Crea una nueva y muy seria amenaza sobre la producción de alimentos por los pequeños campesinos y el logro de la soberanía alimentaria de la población mundial.

Durante los últimos veinte años, las políticas neoliberales adoptadas globalmente han fallado al responder a las necesidades básicas de las personas. Las promesas de la FAO en la Cumbre Mundial sobre Alimentación de 1996 y en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU de sacar a las personas de la pobreza no se han cumplido. Muchas más personas están sufriendo hambre.

Se afirma que los agrocombustibles ayudarán a a combatir el cambio climático. En realidad sucede lo contrario. Las nuevas plantaciones de monocultivos necesarias para producir agrocombustibles están incrementando las emisiones de gases de efecto invernadero, por la masiva deforestación, por la fragmentación de las tierras comunales y por el drenaje de las zonas húmedas que implican. Si tenemos en cuenta el propio ciclo de producción, transformación y distribución de agrocombustibles, no se producen menos gases de efecto invernadero que con los combustibles fósiles, excepto en algunos casos. Además, los agrocombustibles nunca podrán reemplazar a los combustibles fósiles. De acuerdo a las últimas estimaciones, únicamente cubrirán el futuro incremento del consumo desde ahora hasta 2020. Simplemente no hay suficiente tierra en el mundo para generar todo el combustible necesario para una sociedad industrial cuyas necesidades para transportar personas y mercancías están continuamente incrementándose. La promesa de los agrocombustibles crea la ilusión de que podemos continuar consumiendo energía e incluso creciendo a un ritmo cada vez mayor. La única respuesta a la amenaza del cambio climático es reducir el uso de la energía en todo el mundo y redirigir el mercado internacional hacia los mercados locales.

Mientras tanto, los impactos sociales y ecológicos de los agrocombustibles serán devastadores. El monocultivo y la agricultura industrial, ya sea para agrocombustibles o para cualquier otra producción, están destruyendo la tierra, los bosques, el agua y la biodiversidad. Expulsan de su tierra a las familias campesinas, hombres y mujeres. Se estima que cinco millones de campesinos han sido expulsados de su tierra para crear espacio para monocultivos en Indonesia; cinco millones en Brasil, cuatro en Colombia… La agricultura industrial genera mucho menos empleo que la agricultura campesina sostenible; es una agricultura sin agricultores.

La actual expansión de la producción de agrocombustibles contribuye a la concentración masiva de capital por los terratenientes, grandes empresas y transnacionales, provocando una verdadera contrarreforma agraria en todo el mundo. Además contribuye a incrementar la especulación en los productos alimenticios y en el precio de la tierra. En lugar de dedicar la tierra y el agua a la producción de alimentos, estos recursos están dedicándose a producir energía en forma de gasóleo o etanol. Hoy, los pequeños campesinos, los indígenas, hombres y mujeres, producen la inmensa mayoría de la comida consumida en todo el mundo. Si no lo prevenimos ahora, los agrocombustibles ocuparán nuestras tierras y la comida será aún más escasa y cara.


¿Quién comería agrocombustibles?

Una nueva alianza de algunos gobiernos con las grandes empresas químicas, de la automoción, del petróleo y de la agroindustria está promoviendo los agrocombustibles con el único objetivo de ganar dinero. Estas grandes empresas transnacionales manipulan la preocupación social por el cambio climático y la crisis energética y se lanzan a la producción de agrocombustibles de manera que mantengan y fortalezcan su modelo productivo agro-industrial. Lo hacen a sabiendas que dicho modelo es, en sí, una de las principales causas del cambio climático y en particular por su consumo intenso de energía.

Las transnacionales fortalecen y amplían su control tecnológico y de mercados sobre el sector agrario, desplazando nuestra producción campesina de alimentos basada en el empleo de semillas campesinas, la convivencia con la biodiversidad y la energía proporcionada por la fuerza humana o animal, elementos todos ellos que usan mucha menos energía por unidad de alimento producido y, sobretodo menos combustibles fósiles.

Las compañías del agro negocio saben que los agrocombustibles producidos a gran escala no son económicamente viables. La carrera hacia los agrocombustibles es posible solo por los tremendos subsidios directos e indirectos de los gobiernos que la promocionan y el capital especulativo que ya está causando enormes alzas en los precios de los alimentos.

Las cifras provocan pavor ya que están hablando de millones de hectáreas y miles de millones de dólares: el gobierno de la India está contemplando la plantación de 14 millones de hectáreas con jatrofa; el Banco Interamericano de Desarrollo dice que Brasil tiene 120 millones de hectáreas dispuestas al cultivo de agrocombustibles; y un lobby empresarial plantea que hay 397 millones de hectáreas disponibles en 15 países africanos. Estamos hablando de expropiaciones a una escala sin precedentes.

Mientras las corporaciones transnacionales aumentan sus beneficios económicos, la mayor parte de la población mundial no tiene suficiente dinero para comprar comida. Se estima que los agrocombustibles son los responsables del 30% de la actual crisis de precios de los alimentos.

Cuando las grandes compañías transnacionales no son capaces de encontrar tierras agrícolas para la producción de agrocombustibles, imponen la deforestación de las zonas boscosas que aún existen en el mundo y que son necesarias para el mantenimiento de la vida en la tierra.

Miles de familias campesinas no tienen más alternativa que sumarse al cultivo de los agrocombustibles ya que necesitan estos ingresos para subsistir hasta la siguiente campaña. Las políticas agrícolas nacionales e internacionales impuestas por las instituciones financieras internacionales y por las grandes empresas transnacionales han exacerbado la dependencia de los países en desarrollo, llevándolos a la crisis alimentaria, a la extrema pobreza y al hambre en todo el mundo. Por tanto, estos pequeños campesinos no son culpables de tomar la decisión equivocada, sino que son las víctimas del actual sistema que se les impone.

Los pequeños campesinos y los trabajadores agrarios, trabajando en condiciones extremadamente duras con efectos dañinos en su salud, con muy pobres ingresos, no tienen voz sobre la manera en que su producción es utilizada. Muchas de estas personas están trabajando bajo contratos agrícolas con las grandes compañías del agronegocio, que son las que procesan, refinan y venden el producto. Por tanto, son estas grandes empresas quienes deciden canalizar estas producciones hacia los combustibles y no al mercado de alimentos. La subida de los precios de los alimentos pagada por los consumidores no se refleja en los ingresos de los pequeños campesinos.


Ante la crisis energética, producción y consumo responsables

La producción campesina sostenible es imprescindible para alimentar el mundo. La agricultura campesina sostenible y la soberanía alimentaria consumen hasta 80 veces menos energía que la agricultura industrial.

La soberanía alimentaria implica primar el empleo de los recursos locales para la producción de alimentos, minimizando tanto la cuantía de materias primas importadas para la producción así como su transporte. Igualmente, la comida así producida se consume localmente, por lo que el producto final no tiene que viajar lejos. No es lógico comer en Europa espárragos provenientes del Altiplano, o judías verdes frescas procedentes de Kenia.

A través de la historia de la agricultura, los campesinos y campesinas y la gente que habita los centros rurales han obtenido la energía de sus tierras agrícolas para responder a sus necesidades cotidianas. Las familias campesinas están usando aceite de coco o de girasol, biogás, leña, viento o agua para generar electricidad para su uso local. Estos métodos son sostenibles e integrados dentro del ciclo de producción de alimentos en sus tierras.

Es imperativo diseñar y adoptar actitudes responsables en el consumo de alimentos y ajustar nuestro modo de alimentarnos, conociendo que el modelo industrial de producción y consumo es destructivo, mientras que el modelo basado en la producción campesina utiliza prácticas energéticas responsables.

Por esto, La Vía Campesina continúa su lucha contra el poder de las grandes empresas transnacionales y los sistemas políticos que les apoyan. La crisis energética no debería verse como un problema aislado sino como parte de toda la crisis del actual modelo de desarrollo, donde los beneficios tienen prioridad sobre las personas.

En su lugar, nosotros apoyamos una agricultura de pequeña escala, diversificada, centrada en las personas con mercados locales y modos de vida saludables, usando menos energía y menos dependencia de recursos externos. Las familias campesinas sostenibles cumplen la misión fundamental de la agricultura: alimentar a las personas.


Vía Campesina denuncia:

  • La irresponsable presentación de los agrocombustibles como una respuesta a las crisis climática y energética.
  • La inmoralidad de producir agrocombustibles en un mundo asolado por el hambre.
  • La pasividad de la mayoría de las instituciones enfrentadas con el serio riesgo planteado por la llegada de los agrocombustibles, lo que implica que las poblaciones urbanas y rurales no puedan ni producir ni consumir alimentos.
  • El que estas mismas instituciones están en realidad colocando los intereses económicos de las grandes empresas transnacionales por encima de la alimentación y las necesidades nutricionales de las mismas personas que tienen confiado representar y defender.
  • El insulto de continuar promoviendo los agrocombustibles a pesar del balance energético negativo en su producción, procesamiento y transporte.
  • El modelo neoliberal, las instituciones financieras internacionales y el capital trasnacional, responsables directos de las crisis alimentaria y climática.


Vía Campesina exige:

  • El final de las empresas impulsadas por el monocultivo basado en la producción de agrocombustibles. Como primer paso, ha de ser declarada inmediatamente una moratoria internacional de cinco años en la producción, comercio y consumo de agrocombustibles industriales.
  • Debe efectuarse una evaluación en profundidad del coste social y medioambiental del boom de los agrocombustibles y de los beneficios conseguidos por las grandes empresas transnacionales en el procesamiento y comercio de las materias primas.
  • La promoción y el desarrollo de la agricultura campesina y los modelos de consumo locales y el rechazo del consumismo.
  • El apoyo explícito de los gobiernos y de las instituciones al modelo de producción y distribución de alimentos basado en la agricultura campesina sostenible, con su mínimo uso de energía, su capacidad para crear empleos, de respetar la diversidad cultural y biológica y su efecto positivo contra el calentamiento global (los suelos fértiles son el mejor camino para capturar CO2).
  • La reorientación de las políticas agrícolas hacia las comunidades rurales sostenibles y los modos de vida basados en la soberanía alimentaria y la auténtica reforma agraria.
  • La promoción y el desarrollo de modelos de consumo responsable.

¡Apaguemos el fuego de los agrocombustibles y encendamos la llama de la soberanía alimentaría!


El hambre de los agronegocios


Silvia Ribeiro ALAI AMLATINA, 12/05/2008, México DF.-

Por todo el mundo siguen aumentando los precios de los alimentos y en los países más vulnerables resultan en situaciones intolerables como hambrunas, a menudo combinadas con sequías o inundaciones, efectos perversos del cambio climático. Ante la gravedad de la crisis, caen máscaras y se vacían discursos, como la receta de los agrocombustibles y los supuestos beneficios del libre comercio y la agricultura de exportación.

Robert Zoellick, ahora como presidente del Banco Mundial, anuncia que los precios seguirán altos por varios años, y que es necesario fortalecer la “ayuda alimentaria” para gestionar la crisis. Zoellick, que pasó a este cargo luego de ser jefe de negociaciones de Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio, sabe de lo que habla: desde su puesto anterior hizo todo lo que pudo para romper la soberanía alimentaria de los países, en función de favorecer los intereses de las grandes trasnacionales de los agronegocios. Incluso ahora, la receta de la “ayuda alimentaria”, es otra vez un apoyo encubierto a las mismas transnacionales, que tradicionalmente son quienes venden al Programa Mundial de Alimentos los granos que “caritativamente” les entregan a los hambrientos, con la condición de que ellos mismos no produzcan los alimentos que necesitan.

Los grandes ganadores de la crisis alimentaria son también actores centrales y grandes ganadores en la promoción de los agrocombustibles: las trasnacionales que acaparan el comercio nacional e internacional de cereales, las empresas semilleras, los fabricantes de agrotóxicos.

En estos dos últimos rubros son en muchos casos las mismas empresas: a nivel global, Monsanto es la principal empresa de semillas comerciales y la quinta en agrotóxicos. Bayer es la primera en agrotóxicos y la séptima en semillas, Syngenta la segunda en agrotóxicos y la tercera en semillas, Dupont la segunda en semillas y la sexta en agrotóxicos. Junto a BASF y Dow (tercera y cuarta en agrotóxicos), estas seis empresas controlan el total de las semillas transgénicas en el mundo, que casualmente es también la solución que proponen a todos los nuevos problemas (que ellas mismas han sido parte fundamental en provocar).

Junto a los que dominan más del 80 por ciento del comercio mundial de cereales: Cargill, ADM, ConAgra, Bunge, Dreyfus; todas han tenido ganancias absolutamente impúdicas, gracias a la escasez de alimentos, la promoción y subsidios a los agrocombustibles y el alza de los precios del petróleo (los agrotóxicos son petroquímicos). Un excelente informe de Grain (El negocio de matar de hambre, http://alainet.org/active/23996), da cuenta de estas ganancias: para el 2007, Cargill aumentó sus ganancias 36 por ciento; ADM, 67 por ciento; ConAgra, 30 por ciento; Bunge, 49 por ciento; Dreyfus, 77 por ciento, en el último trimestre de 2007. Monsanto obtuvo 44 por ciento más que en 2006 y Dupont-Pioneer 19 por ciento.

A esta situación se suma el hecho de que los grandes fondos de inversión especulativa –frente a la crisis financiera e inmobiliaria– trasladaron millonarias sumas de dinero a controlar los productos agrícolas en el mercado internacional o commodities. Actualmente, se estima que estos fondos controlan 60 por ciento del trigo y altos porcentajes de otros granos básicos. La mayor parte de la cosecha de soya de los próximos años, ya está comprada como “futuro”. Estos alimentos se han convertido en un objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se modifica (y aumenta) en función de los jaloneos especulativos, no de los mercados locales o las necesidades de la gente.

Pese a esta paliza global a toda la gente común, peor para los más desposeídos, las trasnacionales no se dan por satisfechas y van por más. Ahora preparan el próximo asalto, monopolizando a través de patentes, los caracteres genéticos que consideran útiles para hacer plantas resistentes a la sequía, salinidad y otros factores de estrés climático.

Los gobiernos a su servicio, como México, pretenden apagar el fuego con gasolina: en lugar de soberanía alimentaria y control campesino de las semillas e insumos, proponen transgénicos con aún más modificaciones y más riesgos, maíz transgénico para aumentar la contaminación y la dependencia, y que hasta los campesinos más pobres, con apoyos públicos, siembren agrocombustibles en lugar de comida.

Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC.

Declaración de la Cumbre Presidencial sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria: Alimentos para la Vida


Unir esfuerzos entre pueblos de América Latina
Declaración de Cumbre Alimentaria
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Managua, Nicaragua, 7 de mayo de 2008
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Texto íntegro de la declaración emitida en la Cumbre Presidencial Alimentos para la Vida
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DECLARACIÓN
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Los jefes de Estado y de gobierno de las repúblicas de Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Honduras, Venezuela, Saint Vincent y las Grenadinas, Haití, Panamá, Guatemala, México, Belice y República Dominicana, nos reunimos de emergencia el siete de mayo del 2008 en la ciudad de Managua, en la “Cumbre Presidencial sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria: Alimentos para la Vida,” con el fin de abordar los graves problemas de nuestros pueblos, agudizados por el incremento acelerado en el costo de los alimentos, que ya ha provocado explosiones de violencia social en diferentes países.

Nos convocamos con la decisión de unir esfuerzos para enfrentar el impacto de esta crisis alimentaria mundial, en América Latina y El Caribe.

Considerando: La Declaración de Ministros de Agricultura y Altos Funcionarios de once países latinoamericanos reunidos el pasado 26 de abril de 2008 en Managua, en la cual se abordó la crisis alimentaria:
  • Que los países desarrollados (Unión Europea, Estados Unidos y Japón) mantienen una política de subsidios a la Producción Agrícola que supera los 327 mil millones de dólares anuales, que representan un promedio del 34% de los ingresos agrícolas de esos países; se reporta que el 21% de los ingresos de los agricultores en EUA; el 35% de los agricultores europeos, y el 59% de los agricultores japoneses, distorsionando gravemente el comercio internacional de productos agropecuarios, convirtiéndose en barreras al comercio justo.
  • Que la combinación de dichos subsidios con el desproporcionado aumento de los costos de producción, y de precios de los alimentos, agravan esas distorsiones y hacen recaer el mayor peso de la crisis, sobre los países empobrecidos.
  • Que la existencia de diversas iniciativas de Políticas y Programas Agroalimentarios en el ámbito Regional, crea condiciones para la complementariedad en la construcción de una Estrategia Común. Entre ellas: la Política Agrícola Centroamericana 2008-2017 (PACA); el Acuerdo para la Implementación de Programas de Cooperación para la Soberanía y Seguridad Alimentaria en el Marco de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Todas estas iniciativas son una oportunidad para potenciar la producción de alimentos en la región.
  • Que los alimentos, al igual que los Programas de Salud y Educación y de empleos sostenibles son necesidades vitales, y derechos fundamentales, indispensables para la sobrevivencia y desarrollo de los seres humanos, y que por lo tanto, en la justa lucha para ejercer la Soberanía y la Seguridad Alimentaria, debe eliminarse cualquier tipo de imposición, y/o especulación, y debe protegerse, tanto a las y los productores de alimentos, como a las y los consumidores.
  • Que la carestía y escasez de los alimentos, incide todavía más en el incumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), entre ellos, la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, ya que crea mayores índices de desnutrición y aumenta las insuficiencias en Salud y en derechos a la vida plena de millones de seres humanos.
  • Que la actual crisis de los precios y las disponibilidades de alimentos resultan en gran medida del ordenamiento económico internacional vigente y de políticas económicas adversas a la sostenibilidad agroalimentaria de los países en desarrollo.
  • Que los Estados tienen la obligación de respetar, proteger y garantizar el derecho universal a la alimentación, por medio de acciones y medidas concretas que protejan, en particular, a los grupos sociales vulnerables, y propicien los medios necesarios para que ellos puedan alimentarse.
  • Que los efectos del cambio climático recaen injustamente, en los países más empobrecidos, y por ello más vulnerables, de América Latina y El Caribe. Nuestros países sólo producen alrededor del 5% de las emisiones globales, y sufrimos directamente las gravísimas consecuencias del cambio climático, con sus intensas secuelas, como sequías, huracanes e inundaciones, cada vez más frecuentes, prolongadas y catastróficas.
  • Que en los países desarrollados, hay Propuestas y Programas que utilizan alimentos para la producción de combustibles, agravando con ello, la de por sí crítica situación alimentaria, de muchos países y pueblos.

Acuerdan:

  1. Rechazar las prácticas de subsidios agrícolas y ayudas internas (Panamá) ejercidas por los países industrializados del mundo, que impactan la agricultura de los países empobrecidos y distorsionan el comercio; y priorizar el uso de productos agropecuarios para la obtención de alimentos frente a la producción de combustible.
  2. Subsidiar la producción agrícola nacional, a través de los pequeños productores que no tienen acceso al crédito mediante la banca privada o estatal. Apoyar a los demás productores con crédito a bajos intereses con la banca estatal.
  3. Promover que la banca privada o el sector privado destine por lo menos el 10% de su cartera total al financiamiento de la producción agrícola en cada país.
  4. Aunar esfuerzos para incrementar la producción y productividad sostenible de alimentos, con respeto a nuestras tradiciones productivas, y de consumo, cuidando nuestros recursos, plantas y semillas; reconociendo el deber de restaurar y preservar la Naturaleza y el Medio Ambiente; utilizando recursos locales, creando mejores condiciones financieras, tecnológicas, de mercado, de abastecimiento de insumos, de organización y de asociación, amplia e incluyente, de acuerdo a las formas culturales propias, de los países de América Latina y El Caribe.
  5. Manifestar la preocupación por la dependencia y desigualdad que provoca la imposición de tecnologías foráneas, cuando estas tienen un control monopólico.
  6. Incrementar la producción y productividad sostenible explicitando el decidido impulso y promoción de la agricultura e industria ecológica – orgánica y su acceso a los sectores populares.
  7. Coordinar las respectivas potencialidades para lograr la seguridad alimentaria garantizando un abastecimiento de alimentos sanos y nutricionalmente adecuados, tanto en el ámbito nacional como regional, así como en el acceso físico, social y económico a alimentos suficientes para todos, reafirmando al mismo tiempo que los alimentos no deben emplearse como instrumentos de presión política.
  8. Instruir a los Ministros de Agricultura, Economía y Comercio, para elaborar un Programa de Soberanía Solidaria y Seguridad Alimentaria, que contenga un Plan de Acción Inmediato, a presentarse en 30 días, identificando la potencialidad productiva y los recursos indispensables para lograr un aumento sustancial de la producción, tomando en cuenta los aportes de los organismos internacionales.
  9. Preparar ese Plan de Acción conforme a los principios de Solidaridad y Cooperación, entre los países participantes; Complementariedad y Reconocimiento de Asimetrías; Comercialización justa entre y, a lo interno de los países, (precio justo a los productores y consumidores).
  10. Crear un Fondo que destine los recursos necesarios para desarrollar la Producción de Alimentos, haciendo llegar a las y los productores: financiamiento, tecnología, implementos, maquinarias agrícolas, e insumos, a precios justos, e igualmente, garantizando precios justos en la comercialización de esos productos alimentarios, tanto para productores como para consumidores.
  11. Exhortar a la comunidad internacional a aumentar sustancialmente los niveles y facilidades de cooperación, así como, disminuir los tiempos de desembolsos, para mitigar la crisis.
  12. También debe solicitarle a los organismos internacionales crédito a corto plazo para incrementar rápidamente la producción agrícola.
  13. Continuar apoyando el Plan de Acción adoptado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático realizada en Bali en diciembre del 2007, para lograr antes del 2009 un nuevo acuerdo sobre el Calentamiento Global, en el cual se alcance un verdadero compromiso, especialmente de los países desarrollados, en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y de implementar el uso de tecnologías respetuosas con la Naturaleza y el Medio Ambiente, definiendo propuestas de financiamiento de las medidas, tanto para prevenir las crisis, como para mitigarlas.
  14. Promover la organización productiva y la asociatividad de las y los pequeños, medianos y grandes productores agrícolas, incluyendo a las mujeres en igualdad de derechos, a fin de que nos incorporemos todos a éste esfuerzo común, para asegurar la Soberanía y la Seguridad Alimentaria
  15. Destinar recursos gubernamentales para estimular la producción de alimentos, especialmente de granos básicos.
  16. Reconocer la importancia de la Declaración del XXX Conferencia Regional de la FAO celebrada en Brasilia en Abril del 2008.
  17. Reconocer la importancia de la Convocatoria de la FAO para la conferencia mundial de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria, Cambio Climático y Bio-energía, que se realizará en Roma del 3 al 5 de junio de este año.
  18. Reconocer los acuerdos alcanzados en la Reunión Extraordinaria del Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica (COMISCA) celebrada en Panamá el día 24 de abril de 2008 y en la III Reunión
  19. Reconocer las propuestas hechas por el Gobierno Bolivariano de Venezuela, las cuales se anexan a la presente declaración para su estudio por las partes.
  20. Reconocer la iniciativa del Gobierno de Nicaragua a través de la propuesta del “Programa para la Soberanía Solidaria y la Seguridad Alimentaria de los Países de Mesoamérica y del Caribe”, presentada como miembro del ALBA y del SICA, en la pasada reunión de Ministras/os de Agricultura y Altas Autoridades, celebrada en esta misma ciudad, el pasado 26 de abril del 2008, la cual está abierta a la incorporación de otros países de la región.
  21. Acompañamos el ofrecimiento del Gobierno de México para realizar una reunión técnica de alto nivel a finales del mes de mayo con el objeto de abordar la transferencia de tecnologías en el sector agropecuario. Los términos de referencia de dicha reunión fueron entregados en la presente cumbre.
  22. Incorporar el tema de la Soberanía y Seguridad Alimentaria en la Agenda de la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno ALC-UE, a celebrarse en la Ciudad de Lima Perú el 16 de mayo del 2008.
  23. Incorporar el tema de la Soberanía y Seguridad Alimentaria en la Agenda de la 63 Asamblea General de la ONU.
  24. Apoyar un proceso de reforma agraria, que provea de tierras a aquellos productores agrícolas, que en este momento no tienen este recurso para producir alimentos.
  25. Establecer una instancia de consulta y mecanismos operativos que permitan dar seguimiento a los presentes acuerdos.
  26. Declarar una emergencia a nivel de todos los países de Latinoamérica y El Caribe para agilizar el proceso que conlleve a potenciar la producción y productividad de los alimentos de consumo en el área.

Dado en la Ciudad de Managua, Nicaragua, a los siete días del mes de mayo del año dos mil ocho.


ANEXO DE VENEZUELA: El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela realiza las siguientes propuestas:

1. Crear un Banco de Insumos Agrícolas para disminuir los costos a pequeños y medianos productores;

2. Destinar 100 Millones de dólares a través del Banco del ALBA para la cartera agrícola, con el fin de financiar los proyectos que presenten los países;

3. Crear un Plan especial dentro de PETROCARIBE para financiar la producción agrícola, a través de cuotas especiales de combustible que impacten sobre la producción;

4. Fortalecer el poder de los Estados a través de un impuesto especial para la creación de un Fondo Especial Agrícola;

5. Proponer la lucha contra el narcotráfico, especialmente en lo relativo a la expropiación de tierras del narcotráfico para la producción;

6. Crear un Centro de Estudios aplicados para el fortalecimiento de la producción agrícola;

7. Invitar a la celebración de una Cumbre de países productores de Petróleo, en la búsqueda de una formula Petro-alimentaria, para la creación de un fondo especial agrícola (Venezuela) Mundial, y en particular, la de los países de América Latina y el Caribe, y sus consecuencias en la vida de nuestros pueblos, familias y comunidades. de nuestros pueblos, intensificando la productividad, ubicando al sector productivo agroalimentario, como parte de un desarrollo agroindustrial, que tome en cuenta la obligación de recuperar y proteger nuestra Tierra y nuestro Ambiente.

miércoles, 2 de julio de 2008

AMÉRICA LATINA ANTE 13 CAUSAS DE LA CRISIS ALIMENTARIA

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Humberto Márquez CARACAS (IPS) 05-06-2008.-

Los villanos de la película en el encarecimiento de los alimentos son 13 y pasan por razones estructurales y coyunturales, asociadas a la oferta y a la demanda, según el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). Para enfrentarlos, la cooperación regional es imprescindible.

"Es preciso actuar en diferentes frentes, desde una coordinación política que defienda los intereses regionales", dijo a IPS el secretario permanente del SELA, el mexicano José Rivera, a las puertas de una reunión regional que diagnosticó el problema el 1 de junio.

La reunión buscó insumos para apuntalar una posición concertada de América Latina y el Caribe mientras deliberaba en Roma la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial.

"Las reuniones se multiplican porque hay conciencia de que la crisis alimentaria afecta con más fuerza a quienes tienen una vida más precaria", dijo a IPS el francés Gerard Gómez, jefe de la oficina para la región de la Organización de las Naciones Unidas.

Diez millones de personas en la región podrían sumarse a los 80 millones que ya no pueden procurarse los alimentos mínimos que necesitan, dijo Gómez al evocar un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

¿Por qué suben los precios? Un estudio del SELA identificó 13 razones, estructurales y coyunturales y que están relacionadas tanto a la oferta como a la demanda de alimentos.

1.- El aumento de la inversión financiera en commodities (materias primas). En los últimos tres años, mientras la inversión en oro y metales se mantuvo estable, en otros commodities se multiplicó por siete.

Analistas del Banco Internacional de Pagos de Basilea, Suiza, estiman en 30 por ciento la incidencia que en los precios de los alimentos tiene la especulación financiera, a partir de los siete billones de dólares invertidos en "otros commodities" entre 2004 y 2007, frente a menos de un billón en los cuatro años precedentes.

2.- La debilidad del dólar y las bajas tasas internacionales de interés, que lleva a los agentes financieros a buscar refugio en la adquisición de materias primas y da impulso a sus precios.

3.- El aumento de los precios del petróleo, que no sólo es un insumo para la producción y transporte, sino que genera incremento en el consumo en países que producen hidrocarburos, recordó Rivera.

Cuando el crudo rondaba los 30 dólares por barril, en 2000, una tonelada de leche en polvo se compraba en 1.500 dólares. Ahora que el petróleo pasa de 130 dólares, la tonelada de leche en polvo se cotiza sobre los 4.500 dólares.

4.- Las restricciones a la exportación de alimentos son otra razón. Países de Asia, al igual que Ecuador en América Latina, han restringido las exportaciones de arroz, mientras otros, como Argentina, han impuesto restricciones y cobrar tributos a las ventas externas de carnes y granos.

5.- La reducción de los stocks, en particular de cereales, que desde 1995 merman a razón de 3,4 por ciento anual. Históricamente, las existencias de cereales eran 30 por ciento de la producción global, y ahora están en torno a 20 por ciento.

6.- El aumento de la demanda en Asia. Por ejemplo, el consumo de maíz en el sur, este y sudeste de esa región, sumadas, se cifró en 200 millones de toneladas en el período 2003-2004, y en 227 millones de toneladas en 2007-2008.

7.- También crece la demanda de alimentos para uso animal, sobre todo de maíz. Estados Unidos destinó a ese fin 47 por ciento de los 332 millones de toneladas que produjo en 2007.


AGROCOMBUSTIBLES EN EL BANQUILLO

8.- El aumento de la demanda para biocombustibles. El dedo del SELA apunta al maíz para etanol en Estados Unidos y la colza para biodiésel en Europa. "De los 48 millones de aumento del total del consumo doméstico de maíz en 2007, casi 30 millones de toneladas se destinaron exclusivamente a la producción de etanol".

"La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) por principio rechaza el uso de los alimentos para la manufactura de combustibles", recordó a IPS su representante en Venezuela, el salvadoreño Francisco Arias.

"Debemos desarrollar investigaciones para producir biocombustibles que no deriven de alimentos", dijo a IPS el delegado de México y embajador en Venezuela, Mario Chacón.

"En nuestro país tenemos una planta llamada higuerilla (Jatropha curcas, también conocida como piñón) que es oleaginosa, y pueden usarse pajas y residuos vegetales en vez de productos alimenticios", abundó.

9.- El cambio climático, que ha llevado fuertes sequías a países que son grandes productores de alimentos, como Australia, Estados Unidos y Ucrania.

En América Latina, las tormentas tropicales Noel y Olga y el huracán Félix afectaron la producción de alimentos en Cuba, Haití, Nicaragua y República Dominicana. Las inundaciones castigaron zonas productoras en Bolivia y Ecuador.

10.- Los mayores costos en la producción (fertilizantes, semillas, insecticidas y maquinaria), en el transporte y en la logística (almacenamiento y distribución) de los alimentos, asociados a los altos precios del petróleo.

11.- Las limitaciones de la tierra y el agua existentes para uso agrícola, y que en otras regiones del mundo compiten con demandas para otros usos, principalmente urbanos.

12.- También hay limitaciones para el uso de nuevas tecnologías, producto en países como los latinoamericanos de una baja inversión en investigación y desarrollo. Rivera recordó a este respecto que "la mejor manera de reducir los precios de los alimentos será a través de aumentos en la productividad, más que de la superficie sembrada".

13.- Las políticas proteccionistas en los países industrializados del Norte "han distorsionado durante más de cinco décadas el mercado mundial agrícola", asentó el SELA.

Por ejemplo, Haití producía hace 30 años casi todo el arroz que consumía, pero debió reducir aranceles para acceder a préstamos multilaterales en los años 80. El resultado fue una masiva importación de arroz desde Estados Unidos, que al ser subsidiado podía bajar su valor, y los productores dejaron de labrar la tierra, perdieron sus trabajos y se marcharon a las ciudades.

Rivera dijo que las políticas de países del Norte, tales como apoyo doméstico, subsidios a las exportaciones y restricciones para el acceso a mercados, "impiden la inversión y expansión de la producción y el comercio en países productores eficientes".

Las delegaciones presentes en la reunión del SELA, que agrupa a 26 países latinoamericanos y caribeños, coincidieron en que la región debe responder a la crisis de precios de los alimentos con un programa regional de seguridad alimentaria.

Los gobiernos interesados podrían reactivar un Comité de Acción sobre seguridad alimentaria, una figura en boga en los primeros tiempos del SELA (años 70 y 80) para examinar tareas prácticas conjuntas o coordinadas.

"Les he dicho que Colombia, con apenas cuatro millones de hectáreas destinadas a producir alimentos, y Venezuela, que apenas tiene dos millones, podrían acordar un plan para activar otros tres millones de hectáreas en las cuencas de los ríos (compartidos) Orinoco y Meta", confió a IPS el embajador de Bogotá en Caracas, Fernando Marín.

La reunión señaló que se precisa un fondo económico especial para asistir a países de la región en contingencias alimentarias, tomando como base la disposición de la Alternativa Bolivariana de las Américas conformada por Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, para dotarse de un fondo con 100 millones de dólares destinados a ese fin.

Finalmente, los representantes de la región pidieron al SELA que, después de la actual Conferencia de Roma, convoque a una reunión para analizar sus resultados y avanzar en la estrategia latinoamericana y caribeña sobre seguridad alimentaria.

FAO: más libre comercio, más hambre

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Esther Vivas* ALAI AMLATINA, 06/06/2008, España.-

Ayer terminó la Cumbre de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU) que se celebró estos días en Roma. Las conclusiones del encuentro no indican un cambio de tendencia en las políticas que se han venido aplicando en los últimos años y que han conducido a la situación de crisis actual.


Las declaraciones de buenas intenciones y las promesas de millones de euros para acabar con el hambre en el mundo realizadas por varios gobernantes no van a poner fin a las causas estructurales que han generado esta crisis. Así mismo, las propuestas realizadas por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de aumentar en un 50% la producción de alimentos y rechazar las limitaciones impuestas a la exportación por parte de algunos países afectados parecen reforzar más las causas de la crisis que conducir hacia salidas reales que garanticen la seguridad alimentaria de la mayoría de las poblaciones en el Sur.


El monopolio de determinadas corporaciones multinacionales de cada uno de los tramos de la cadena de producción de alimentos, desde las semillas pasando por los fertilizantes hasta la comercialización y distribución de lo que comemos, es algo que no se ha tratado en esta cumbre. Sin embargo, y a pesar de la crisis, las principales compañías de semillas, Monsanto, DuPont y Syngenta, han reconocido un aumento creciente de sus ganancias y lo mismo han hecho las principales industrias de fertilizantes químicos. Las mayores empresas procesadoras de alimentos como Nestlé o Unilever también anuncian un alza en sus beneficios, aunque por debajo de las que controlan los primeros tramos de la cadena. Del mismo modo que las grandes distribuidoras de alimentos como Wal-Mart, Tesco o Carrefour afirman seguir aumentando sus ganancias.


Los resultados de la cumbre de la FAO reflejan el consenso alcanzado entre la ONU, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para mantener unas políticas económicas y comerciales de dependencia Sur-Norte y de apoyo a las multinacionales de la agroalimentación. Las recomendaciones lanzadas a favor de una mayor apertura de los mercados en el Sur, de subvencionar las importaciones de alimentos a partir de la ayuda al desarrollo y la apuesta por una nueva revolución verde apuntan en esta dirección.


Aquellos que trabajan y cuidan la tierra, en manos de quienes debería de estar nuestra alimentación, los campesinos y las campesinas, fueron excluidos del debate. Cuando representantes de organizaciones campesinas intentaron presentar sus propuestas, coincidiendo con la inauguración oficial de la cumbre, fueron retirados por la fuerza. En reuniones anteriores de alto nivel, se había permitido una mayor participación de los colectivos sociales y en cambio ahora, ante la gravedad de la situación, las puertas se han mantenido cerradas, como ha denunciado la red internacional Vía Campesina.


Acabar con la situación de crisis implica poner fin al modelo de agricultura y de alimentación actual que antepone los intereses económicos de grandes multinacionales a las necesidades alimentarias de millones de personas. Es necesario abordar las causas estructurales: las políticas neoliberales que se han venido aplicando de forma sistemática en los últimos 30 años, promovidas por el BM, el FMI, la Organización Mundial del Comercio (OMC) con Estados Unidos y la Unión Europea al frente. Unas políticas que han significado una liberalización económica a escala global, apertura sin freno de los mercados, privatización de tierras dedicadas al abastecimiento local y su reconversión en monocultivos de exportación… conduciéndonos a la grave situación de inseguridad alimentaria actual. Según el BM se calcula que la cifra de 850 millones de personas que hoy padecen hambre aumentará en los próximos años hasta 950.

La salida a la crisis pasa por regular y controlar el mercado y el comercio internacional; reconstruir las economías nacionales; devolver el control de la producción de alimentos a las familias campesinas y garantizar su acceso libre a la tierra, a las semillas, al agua; sacar la agricultura de los tratados de libre comercio y de la OMC; y poner fin a la especulación con el hambre.

El mercado no puede resolver el problema. Frente a las declaraciones del número dos de la FAO, José María Sumpsi, afirmando que se trata de un problema de oferta y de demanda, debido al aumento del consumo en países emergentes como India, China o Brasil, hay que recordar que nunca antes se había dado una mayor producción de comida en el mundo.

Hoy, se produce tres veces más que en los años sesenta, mientras que la población mundial tan sólo se ha duplicado desde entonces. No hay una crisis de producción de alimentos, sino una imposibilidad para acceder a los mismos por parte de amplias poblaciones que no pueden pagar los precios actuales. La solución no puede ser más libre comercio porque, como se ha demostrado, más libre comercio implica más hambre y menor acceso a los alimentos. No se trata de echar más leña al fuego.

* Esther Vivas es co-coordinadora de los libros Supermercados, no gracias y ¿Adónde va el comercio justo?

COAG ASEGURA QUE LA LIBERALIZACIÓN AGRAVARÁ LA SITUACIÓN DE CRISIS ALIMENTARIA MUNDIAL

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“Nos oponemos a que la agricultura sea objeto de una negociación comercial en la que todo se subordina a los intereses de las grandes multinacionales ”, ha apuntado Rafael Hernández, responsable de Relaciones Internacionales de COAG.

DiarioDigitalAgrario. 06/06/2008

El monumental fracaso de de la Cumbre de la FAO pone de relieve una vez más la decisiva influencia de las grandes multinacionales de la agroexportación sobre los organismos internacionales y los distintos Gobiernos. Una vez más, todo ha quedado en una mera declaración de intenciones que obvia las razones de fondo de la crisis alimentaria y agraria y propone como receta una mayor liberalización de los mercados agroalimentarios, ignorando los serios desajustes alimentarios que ha provocado la ausencia de mecanismos de regulación.

Las políticas de ajuste estructural impuestas por el Banco Mundial y el FMI, el acuerdo de la OMC en agricultura y el paradigma del libre comercio han minado las economías locales y nacionales, erosionado el medio ambiente y han dañado los sistemas locales de alimentación, llevándonos a la crisis alimentaria de hoy. Hemos podido comprobar como la imposición de monocultivos destinados a la exportación a bajo precio dan como resultado el hambre, la ruina y desplazamiento masivo de millones de campesinos en países empobrecidos y la reconversión continúa en Europa.

Durante la conferencia oficial, los movimientos sociales han celebrado su propio foro, “Terra Preta”, para expresar sus demandas de alcanzar la soberanía alimentaria y el derecho a la comida para los millones de personas que pasan hambre en el mundo. Representantes internacionales de agricultores, pescadores, pastores, pueblos indígenas y Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) han expresado su decepción por los escasos resultados de la Conferencia Cumbre sobre Seguridad Alimentaria de Roma. “La declaración final no llenará ningún plato. Las recomendaciones de más liberalización provocarán más violaciones del derecho a la alimentación”, ha afirmado Paul Nicholson, representante de COAG en Vía Campesina y presenta en Roma dentro de la delegación oficial de la FAO.

Desde COAG venimos planteando como solución un reforma agraria que garantice la soberanía alimentaria de los pueblos, entendida como el derecho de las regiones a proteger, apoyar y promover sus propios sistemas de producción agraria, sobre la base de una producción basada en el modelo social y familiar de agricultura, destinada a abastecer el mercado interior de alimentos en la cantidad y calidad suficientes. “Nos oponemos a que la agricultura y la alimentación sean objeto de una negociación comercial en la que todo se subordina a los intereses especulativos de las grandes multinacionales que deslocalizan las producciones en función de sus intereses y denunciamos las políticas neoliberales que surgen de la OMC y sus efectos perversos en el mundo rural tanto del Norte como del Sur. Algo se está haciendo mal cuando los distintos gobiernos no son capaces no de ponerse de acuerdo en algo tan importante y vital como el hambre.”, ha matizado Rafael Hernández, Responsable de Relaciones Internacionales de COAG.

Denunciamos igualmente las estrategias del modelo agroindustrial basadas en la promoción interesada de los organismos genéticamente modificados y nos oponemos por tanto al desarrollo de los mismos. El modelo de “Revolución Verde”, basado en los transgénicos, agudizaría la crisis agraria y alimentaria.

Apostar por el modelo social y familiar de agricultura es uno de los pasos necesarios para frenar el hambre en el mundo. El apoyo a un modelo industrial de agricultura, basado en los intereses especulativos de las grandes multinacionales, supondrá que unos pocos acumulen beneficios a costa del hambre de millones de personas.

Los ricos se hacen más hambrientos

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Amartya Sen* 01/06/08

La crisis alimentaria que amenaza las vidas de millones de personas, ¿aminorará su ritmo o crecerá con el paso del tiempo? La respuesta puede ser las dos cosas. El reciente incremento de los precios alimentarios ha estado en gran parte causado por problemas temporales como la sequía de Australia, Ucrania y otros países. Aunque la necesidad de las grandes operaciones de rescate es urgente, la aguda crisis actual acabará finalmente. Pero hay un problema básico subyacente que se intensificará a menos que lo reconozcamos y tratemos de remediarlo.

Se trata de un cuento de dos pueblos. En una versión de la historia, un país con muchos pobres experimenta súbitamente una rápida expansión económica, pero solamente la mitad de la gente comparte la nueva prosperidad. Los nuevos favorecidos gastan buena parte de sus acrecidos ingresos en comida, y a no ser que la oferta crezca muy rápidamente, los precios se dispararán. El resto de los pobres se enfrenta ahora a unos precios más altos de los alimentos, pero sin disponer de una renta mayor, y comienza a morir de hambre. Tragedias como ésta ocurren reiteradamente en el mundo.

Un cruel ejemplo es la hambruna de Bengala de 1943, en la fase final del gobierno británico en la India. Los pobres que vivían en las ciudades experimentaron una rápida subida de ingresos, sobre todo en Calcuta, en donde los descomunales gastos dimanantes de la guerra contra Japón generaron un boom que cuadruplicó los precios de los alimentos. Los pobres del campo tuvieron que hacer frente a estas vertiginosas subidas de precios con menguadísimos incrementos de ingresos.

La disparatada política del gobierno agrandó el hiato. Los gobernantes británicos estaban resueltosos a prevenir el descontento urbano durante la guerra, de modo que el gobierno compró comida en las aldeas para venderla, muy subsidiada, en las ciudades, una maniobra que, de rechazo, contribuyó a incrementar todavía más los precios de los alimentos en el campo. Los aldeanos con salarios bajos murieron de hambre. Dos o tres millones de personas sucumbieron a la hambruna y a sus secuelas.

Gran parte de los debates actuales se centran pertinentemente en el hiato que separa a ricos y a pobres en la economía global, pero los pobres del mundo están también divididos entre los que están experimentando un gran crecimiento y los que no. La rápida expansión económica en países como China, India y Vietnam tiende a aumentar bruscamente la demanda de alimentos. Ello es, por supuesto, excelente cosa en sí misma, y si estos países lograran reducir el hiato en su crecimiento interno, incluso los peor situados podrían comer mucho mejor.

Ello es, empero, que el propio crecimiento ejerce presión sobre los mercados mundiales de alimentos, a veces mediante un aumento de las importaciones, pero también mediante las restricciones o prohibiciones a la exportación concebidas para moderar el aumento de los precios nacionales de los alimentos, tal como ha sucedido recientemente en países como India, China, Vietnam y Argentina. Los pobres son quienes se han visto particularmente golpeados, señaladamente en África.

Pero existe también una versión de alta tecnología del cuento de los dos pueblos. Cosechas agrícolas como las de maíz y de semillas de soja pueden ser empleadas para fabricar el combustible biológico etanol como substituto de la gasolina. De manera que los estómagos de los hambrientos deben competir con los depósitos de combustible.

La disparatada política gubernamental juega un papel aquí también. En 2005, el Congreso de los EEUU empezó a promover un uso extendido de etanol como combustible. Esta ley, combinada con un subsidio para esos usos, ha creado un floreciente mercado del grano en los EEUU, pero ha desviado también recursos agrícolas de los alimentos a los combustibles. Esto hace más difícil la competencia a los estómagos hambrientos.

El uso de etanol apenas sirve para prevenir el calentamiento global y el deterioro ambiental, y reformas políticas lúcidas podrían llevarse a cabo urgentemente si la política estadounidense lo permitiese. El uso del etanol podría ser restringido más que subsidiado o reforzado.

El problema mundial de los alimentos no está causado por una tendencia a la baja en la producción global, o por la baja producción alimentaria por persona (esto se afirma a menudo sin pruebas). Es el resultado de una demanda acelerada. Sin embargo, un problema inducido por la demanda también exige una rápida expansión de la producción de alimentos, la cual puede darse mediante una mayor cooperación global.

Aunque el crecimiento de la población sólo representa una pequeña parte del crecimiento de la demanda de alimentos, puede contribuir al calentamiento global, y un cambio climático a largo plazo puede amenazar a la agricultura. Felizmente, el crecimiento de la población es ya lento, y hay pruebas abrumadoras de que la capacitación de las mujeres (incluida la expansión de la escolarización de las niñas) puede reducirlo rápidamente todavía más.

Un reto más importante es el de encontrar políticas efectivas para tratar las consecuencias de la expansión extremamente asimétrica de la economía mundial. Las reformas económicas a escala nacional son urgentemente necesarias en muchos países de lento crecimiento, pero también hay gran necesidad de mayor cooperación y ayuda mundial. La primera tarea que tenemos por delante es comprender la naturaleza del problema.


*Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998, es profesor de Economía y de Filosofía en la universidad de Harvard. Su último libro es Identity and Violence: The Illusion of Destiny.

Declaración final de la Conferencia Internacional sobre los Derechos de las Campesinas y Campesinos

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En el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reclamamos como campesinas y campesinos del mundo nuestra propia convención

Yakarta, Junio 24 del 2008.-

Campesinas y campesinos, miembros del Movimiento Internacional de La Vía Campesina y provenientes de 25 países diferentes, nos hemos reunido entre el 20 y el 24 de junio del 2008 durante cinco días en la Conferencia Internacional sobre los Derechos de las Campesinas y Campesinos en Yakarta, Indonesia. Luego de siete anos de intensas discusiones sobre los contenidos y las estrategias, nuestros espíritus están animados y plenos de confianza en que podremos lograr una Convención dentro de las Naciones Unidas sobre los derechos de las campesinas y campesinos. Esta convención sera una de las piedras angulares de la vida sostenible para los seres humanos en el planeta.

Las campesinas y campesinos, mujeres y hombres sin tierra, trabajadores rurales, pueblos indígenas y agricultores de pequena y mediana escala, representamos casi la mitad de la población mundial y somos la columna vertebral de los sistemas alimentarios. La crisis alimentaria y el cambio climático nos demuestran de qué manera se han producido violaciones masivas y sistemáticas a nuestros derechos.

Vemos como ha aumentado el desalojo violento de nuestras tierras y como hemos sido alienados de nuestras fuentes de subsistencia. Los megaproyectos de desarrollo como las grandes plantaciones para los agrocombustibles, las grandes represas, los proyectos de infraestructura, la expansión industrial, la industria extractiva y el turismo han desplazado de manera forzosa nuestras comunidades y han destruido nuestras vidas. Muchos conflictos armados y muchas guerras están ocurriendo en las áreas rurales. El despojo de tierras y la destrucción de los cultivos están siendo utlizados frecuentemente como arma contra la población civil rural.

No podemos tener un ingreso que nos permita vivir dignamente. La mezcla de las políticas nacionales y de las condiciones internacionales son las responsables de conducirnos a la extinción. Es importante resaltar dentro de estas políticas los procesos de privatización de la tenencia de la tierra que han llevado a la reconcentración de la propiedad sobre la tierra; al desmantelamiento de los servicios públicos rurales y de todos aquellos que apoyan la producción y la comercialización de la pequena y la mediana agricultura; al fomento de la agroexportación altamente capitalizada y dependiente de insumos; a impulsar la liberalización del comercio en la agricultura y las políticas de seguridad alimentaria basadas en el comercio internacional.

En muchos países, vemos como aumenta la prohibición a mantener, preservar, intercambiar y cultivar nuestras propias semillas. Nuestro conocimiento y sabiduria están desapareciendo y somos forzados a comprar semillas producidas por las grandes transnacionales que están viendo incrementar sus beneficios. Estas companías están produciendo Organismos Genéticamente Modificados y fomentando los monocultivos con la subsiguiente pérdida de muchas especies y de la biodiversidad en general.

Adicionalmente, nosotras, las mujeres campesinas, sufrimos de una doble marginalización: como campesinas y como mujeres. La responsabilidad de encargarnos de nuestras familias se encuentra en nuestras manos y la dificultad y la incertidumbre de los cuidados en materia de salud y de educación nos obliga a trabajar muchas horas a cambio de unos ingresos mínimos. Las mujeres que trabajan como jornaleras en los campos están siendo forzadas a utilizar productos químicos y por esto estan arriesgando su salud.

La opresión violenta constituye una experiencia cotidiana para el campesinado. Somos víctimas de detenciones y torturas, nos vemos hostigados e intimidados y también somos víctimas de asesinatos. Miles de campesinas y campesinos están siendo criminalizados a causa de la lucha que llevan por la defensa de sus derechos. Las mujeres campesinas también sufrimos de la violencia a manos de nuestros esposos, companeros o empleadores. Esta violencia puede ser física o psicologica y puede llegar a amenazar nuestras vidas.

Hemos heredado una larga historia de luchas campesinas por la defensa de nuestros derechos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los principales tratados en materia de derechos humanos son instrumentos importantes dentro de nuestras luchas contemporáneas. Sin embargo, pensamos que así como otros grupos oprimidos como los pueblos indígenas y las mujeres, ha llegado el momento de hacer explícitos nuestros derecho individuales y colectivos, ha llegado el momento de la soberanía alimentaria. Existen grandes vacíos en la interpretación y la implementación de los principales tratados en materia de derechos humanos cuando se aplican al campesinado. Además nos enfrentamos a una serie de violaciones sistemáticas de nuestros derechos; un ejemplo, son los crímenes cometidos por las grandes transnacionales o los Acuerdos de Libre Comercio. Esta serie de violaciones deben ser abordadas con provisiones y mecanismos específicos que garanticen la completa protección de nuestros derechos.

Una futura Convención sobre los Derechos de las Campesinas y los Campesinos contendrá el conjunto de los valores del campesinado –y deberá particularmente fortalecer los derechos de las mujeres campesinas- que serán respetados, protegidos y garantizados por los gobiernos y por las instituciones internacionales.

Con este propósito, nos comprometemos a desarrollar una estrategia en varios niveles que trabaje de manera simultánea en los ámbitos nacional, regional e internacional para concientizar, movilizar ayudas y construir alianzas no solamente con las organizaciones campesinas, sino también con las organizaciones de trabajadores rurales, de pastores, de pueblos indígenas, de comunidades pesqueras, ambientalistas, mujeres, expertos legales, defensores de derechos humanos, jovenes, de movimientos urbanos y de consumidores y con grupos religiosos.

También buscaremos el apoyo de nuestros gobiernos y de los parlamentos e instituciones de derechos humanos para el desarrollo de la Convención sobre Derechos de las Campesinas y Campesinos. Hacemos un llamado a la FAO y a la FIDA a cumplir plenamente sus mandatos contribuyendo a la protección de los derechos del campesinado. Con este propósito, solicitamos al departamento de asuntos jurídicos de la FAO, compilar todos los instrumentos existentes dentro de esta institución que protejan los derechos de las campesinas y campesinos. Llevaremos nuestra Declaracion al seno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Organizaremos campanas y acciones, y haremos un llamado a nuestros miembros y a nuestras redes para movilizarnos por nuestra Convención sobre los Derechos de las Campesinas y Campesinos el próximo 10 de diciembre, con motivo del 60o. aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A la luz de las amenazas impuestas por el actual ataque neoliberal capitalista sobre los sistemas locales alimentarios y sobre el campesinado en general, hacemos un llamado a unir fuerzas en aras del bien de la humanidad.

Globalicemos la lucha! Globalicemos la esperanza!